En esta ocasión ha llegado el momento de escribir sobre la etapa de nuestra historia que más me apasiona. Roma.

La Romanización Peninsular fue muy importante durante muchos siglos y nuestra zona no quedó al margen de este proceso que, poco a poco, se fue imponiendo a las culturas locales, conocidas como prerromanas, entre las que se encuentra la Cultura Ibérica de la que hablé en mi anterior artículo.

En un principio hay que dejar claro que la presencia de los romanos en la Península (Hispania) no era con fines de conquista, sino para combatir a sus más directos enemigos: los cartagineses (siglo III a.C).

En el año 226 a.C Roma y Cartago firmaron el Tratado del Ebro, con el cual se repartían su influencia sobre el territorio peninsular. Roma, al norte del Ebro y Cartago, al sur, zona en la que quedaría enmarcada nuestra ciudad. Pero este tratado no fue muy sólido y pronto se reanudaron las hostilidades entre ambas potencias.

Los Romanos llegaron a la Península Ibérica según diversas fuentes en el año 218 a.C (Ampurias) y la conquista se prolongó durante más de 200 años, hasta el año 19 a.C cuando el Emperador Augusto sometió a los últimos focos de resistencia: cántabros y astures.

Durante este largo espacio de tiempo la población autóctona fue asimilando el estilo de vida romano, característica ésta que supuso un cambio de vida en aspectos básicos como la lengua, religión, costumbres, comercio, administración, etc…

El proceso de Romanización entendido como la incorporación de la lengua, las costumbres y la economía romana se inició aproximadamente hacia el 110 a.C y duraría con toda su fuerza hasta mediados del siglo III d.C. Y fue posible gracias a la buena red de comunicaciones que disponían en todo el Imperio, con la construcción de calzadas que facilitaron el transporte de mercancías y el avance de las poderosas legiones romanas. Una de las más impresionantes vías de comunicación es la denominada Vía Augusta, que corresponde con la vía romana más larga de toda Hispania con una longitud aproximada de 1500 kilómetros que por el litoral mediterráneo comunicaba los Pirineos con Cádiz y que algunos estudios recientes parecen haberla localizado próxima al Valle de los Alhorines.

Los Romanos mantuvieron muchas de las ciudades existentes a su llegada, adaptándolas a sus características urbanas y crearon otras de nueva planta. Muchas de ellas a raíz de antiguos campamentos militares.

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Durante la dominación Romana la Península fue objeto de varias divisiones administrativas. La primera de ellas dividió a Hispania en dos Provincias, Citerior (Norte y Este) y Ulterior (Sur). Esta división perduró hasta época de Augusto, quien a su vez, en el año 19 a.C, dividió el territorio peninsular en tres nuevas provincias: Baetica, Lusitania y Tarraconensis. División que durará hasta el siglo III d.C cuando el Emperador Diocleciano creó dos nuevas provincias: Cartaginensis y Gallaecia. Finalmente en el siglo IV d.C se creó la última provincia, conocida como Balearica (Islas Baleares).

En nuestra zona, al igual en en todo el litoral mediterráneo, tenemos constancia de una fuerte y muy importante romanización. No obstante no conservamos grandes conjuntos arquitectónicos ya que los romanos solían construir en llano sus Villas o casas rurales, y estos espacios a lo largo de los siglos han sido empleados como tierras de cultivo y las sucesivas roturaciones han destruido estas construcciones.

Los restos documentados están repartidos por todo nuestro Término Municipal y tal y como ya he indicado en otros artículos, las continuas intervenciones arqueológicas van aportando nuevos datos y nuevos yacimientos a los ya estudiados por D. José María Soler: Candela, villa romana localizada en el término municipal de Cañada, con restos que indican actividad en la misma desde el siglo I a.C hasta el siglo V d.C). Casa de Nazario, villa romana localizada próxima a Peña Rubia con restos de cerámica que indica ocupación desde el siglo II al siglo IV d.C. La Torre, villa en el término municipal de Sax con ocupación desde mediados del siglo I al siglo IV d.C. Casas Juntas, villa romana localizada en Villena cuya cronología va desde la segunda mitad del siglo I a.C hasta el siglo IV d.C.

En todos estos yacimientos han aparecido elementos constructivos, si bien, tal y como comentaba anteriormente, muy fragmentados. Restos de columnas, tégulas (especie de tejas romanas muy características, sillares, etc…). Restos que junto con otros materiales más pequeños y de uso cotidiano nos ayudan a los arqueólogos a fijar una cronología a estos asentamientos.

Para concluir he optado por hablar de un yacimiento en cuya excavación tuve la suerte de participar cuando formaba parte de la empresa de arqueología Arquealia y en el cual, entre otras muchas cosas, aparecieron restos de uso cotidiano de época romana. Esta intervención se desarrolló en la Calle el Hilo (año 2007), junto a la Iglesia de Santa María. Estos restos seguramente están relacionados con algún núcleo de población iberorromano que, según José María Soler, podría encontrarse en la pequeña elevación donde hoy se encuentra situada la Iglesia de Santa María (Soler, 1989). Los restos materiales cerámicos recuperados corresponden a fragmentos de copas y platos típicos romanos con las conocidas técnicas de Terra Sigillata Itálica, Gálica, Hispánica, Africana, etc… que nos dan una cronología desde mediados del siglo I a.C hasta el siglo II d.C.

Jesús Manuel Flor

Arqueólogo y Profesor de Secundaria

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