Quedar
con las amigas puede ser toda una odisea porque hay que hacerlo con mucha
antelación, calcular cómo caen los fines de semana, compromisos personales,
trabajos extraordinarios, si nos toca a los niños o no ese día y si hay
alineación de los astros. En definitiva, que es más fácil resolver un problema
con la administración pública donde te piden tropecientos mil documentos, una
muestra de sangre, otra de orina y hasta un huevo de dragón.

Antes,
cuando éramos pequeños, quedar con los amigos no resultaba tan complicado.
Después del cole ibas al parque o bajabas a la urbanización y siempre había
alguien con quien jugar. Más adelante, en el instituto, ya sabías que todos los
viernes o sábados tenías cita en el mismo lugar, a la misma hora y luego se
decidía qué hacer o a dónde ir. Y eso que en aquella época no teníamos móviles;
bastaba la palabra y el compromiso de que nos veríamos.

Pero
ahora, en la era de la comunicación, ni con el WhatsApp nos entendemos. El grupo de chat de amigas está lleno de:
“Chicas, ¿cuándo quedamos?” y luego una retahíla de respuestas proponiendo
fechas, acompañadas de frases del tipo: “Ese día me va mal”. Y, entre medias,
críticas incisivas a alguna persona que conocemos y con la que una de nosotras
se ha topado recientemente o ha descubierto algo en redes sociales.

Cuando
alguien se aventura a proponer una fecha cercana la mayoría saltan diciendo que
es demasiado pronto para poder organizarnos, o ya tienen un compromiso, o que
va a ser complicado cuadrar turnos del niño con el ex… Si buscamos algo más alejado,
por ejemplo, a dos meses vista, la respuesta es: “¡Buff! No sé qué estaré haciendo esos días”. ¡Pues quedar con las
amigas! Y así estamos durante días o semanas para encontrar la fecha perfecta.
No es por nada, pero a Cristo no le costó tanto reunir a sus 12 colegas en una
cena y nosotras sólo somos cinco.

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Cuando
ya parece que tenemos dos fechas posibles surge la pregunta: “¿Solas, con
niños, con parejas?” Esto hace que volvamos al punto inicial porque si es el
día X algunas pueden solas pero otras
están con los hijos, pero si es el día Y
sucede justo al contrario. Y lo cierto es que hace mucho tiempo que no tenemos
una reunión para nosotras solas, como hacíamos antaño, que empezaba con el
aperitivo, seguía con la comida en un restaurante y continuaba hasta el café de
la tarde. Aún confío en que podamos recuperar esa “tradición” aunque de manera
muy excepcional.

¡Y
por fin ponemos fecha! Pero ahora falta saber dónde vamos a quedar porque, si
hay niños, es necesario que tengan una zona de ocio y esparcimiento para que
podamos tener una jornada medianamente tranquila y que los críos no se suban
por las paredes y nosotras no nos tiremos de los pelos. Y es que, seamos
realistas, aunque les hayamos educado muy bien ellos no son adultos y no tienen
la capacidad de aguantar tantas horas sentados.

Miramos
tropecientos restaurantes en las distintas zonas donde vivimos, precios,
aparcamiento, menú infantil… Y después de discutirlo durante varios días
acabamos en el campo de la familia de una de las amigas, comprando la comida a
medias y cocinando nosotras porque es el mejor sitio para que los niños jueguen
sin peligro y sin molestar a nadie.

Ahora
estamos pendientes de organizar otra quedada. Todavía no hemos cerrado la fecha
pero espero que sea antes de que lleguen las uvas aunque no sabría decir de qué
año.

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