No hay nada más terapéutico ni más
sano que compartir momentos con las amigas. Son una gran vía de escape y crean
el mejor ambiente para quitarse máscaras y prejuicios. Con ellas una puede
comportarse como con pocas personas lo haría porque no necesitamos disimular y
decimos las cosas tal cual se nos pasan por la cabeza.

Hasta tal punto llega que a veces
tengo la sensación de que somos como las chicas de Sexo en Nueva York aunque en ocasiones superamos sus conversaciones
dejando a Carrie y a sus amigas a la
altura del betún de los tacones que viste la protagonista.

Pero no voy a ser soez replicando
cada detalle de la última conversación aunque sí comentaré un poco sobre lo que
más llamó nuestra atención a lo que en temas sexuales se refiere. Resulta que,
después de que a las solteras nos preguntaran por nuestra vida sexual y nos
incitaran a usar una app para ligar
(véase la primera entrada Ligar en tiempos de millennials) hablamos sobre un descubrimiento que habíamos hecho
a través de redes sociales gracias a alguna influencer:
el succionador de clítoris.

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“¿Y eso que es?”, pregunta una de
las casadas. Explicación de la otra soltera: “Es un juguete sexual que pones en
el clítoris para masturbarte”. A lo que añado: “Parece ser que mediante unas
ondas consigue que tengas un orgasmo en unos 30 segundos. Aunque yo puedo
conseguirlo en menos tiempo sin el aparato”. Silencio tenso. Caras ojipláticas
mirándome fijamente. Y, por fin, la futura mamá reaccionó: “Y eso… ¿Cómo lo
consigues?” “Pues hace unos años fui a una psicóloga que también era sexóloga y
me dijo que tenía que conocerme a mí misma en todos los aspectos. Y le hice
caso”.

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

La conversación continuó me sirvió
para darme cuenta de que, aunque cada cuerpo es diferente y reacciona de una
manera distinta a los estímulos, siguen existiendo muchos tabúes, prejuicios y
exceso de decoro en cuanto a sexualidad porque “una señorita no debe hacer esas cosas”. Y no me refiero a la hora
de hablar de sexo si no de conocer el nuestro propio. La anatomía de la mujer
ha sido (y aún hoy continúa) escondido para los demás pero, principalmente,
para nosotras mismas. Y hablo en términos generales porque desconozco el
porcentaje de aquellas que se han atrevido a mirarse y descubrirse.

Aunque cada vez tenemos la mente
más abierta aún no se conocen bien las respuestas de los genitales femeninos a
diversas estimulaciones. El clítoris sigue siendo un misterio para la ciencia.
Hace unos meses vi un reportaje en una plataforma de televisión digital que
hablaba sobre esta parte de la anatomía de la mujer reconociendo lo poco que
había sido estudiado. Un claro ejemplo de ello son las glándulas de Skene, responsables de la llamada eyaculación femenina
y que no es orina como se ha comentado por ahí.

La comunidad científica desconoce
el porcentaje de mujeres que son capaces de activar dichas glándulas ya que
depende del grado de madurez de las mismas. A esto se suma el principal
inconveniente del desconocimiento de su existencia por la escasa educación
sexual así como la falta de exploración del cuerpo por una misma o por la
pareja.

En definitiva, que no tenemos muy
claro lo que escondemos entre las piernas y por ello no disfrutamos plenamente
de nuestra sexualidad y es una lástima porque seguramente habrá muchas mujeres
que tienen las glándulas de Skene los
suficientemente maduras como para experimentar un nuevo tipo de placer pero
nunca lo sabrán si no son capaces de quitarse el miedo a conocerse a sí mismas.
Desde aquí os invito a que lo hagáis sin pudor, en la intimidad o con vuestra
pareja, sabiendo que estáis adquiriendo una experiencia enriquecedora además de
pasar un buen rato. Y, por supuesto, no tengáis pudor a hablar de ello con
otras mujeres.

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