¿Te imaginas jugar a un videojuego tan real como la vida? ¿Y si ese videojuego lo estás jugando ahora? Como vimos anteriormente, hablamos sobre las experiencias cercanas a la muerte. En esta ocasión es algo diferente, no es necesario que el sujeto esté al borde de la muerte, pero siente una sensación de «despertar».

¿Qué ocurre entonces después de la vida, se acaba el «juego» y despertamos en la auténtica realidad? ¿Es verdad lo que cuentan muchos conspiranoicos sobre que vivimos en la «Matrix»?

Existen muchos casos parecidos, pero nos vamos a centrar en el caso de Juan José, un alicantino estudiante de derecho.

La primera experiencia que tuvo el joven fue cuando estuvo en secundaria, el día pasó como cualquier otro y el chico se fue a descansar, desconocía totalmente lo que le iba a ocurrir aquella noche.

“Despertó» en en su cama pero algo no estaba del todo bien, ¡él se encontraba perfectamente, mejor que nunca! pero tenía una extraña sensación como de que no era su habitación ni su casa, a pesar de que era exactamente igual.

Se podía percibir un ruido como de viento en todo momento.

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Se levantó de la cama y miró en todas las habitaciones, pero no había ningún miembro de su familia, lo que hacía aún más de extrañar al chico.

Finalmente decidió salir a la calle, ¡nada más abrir la puerta no podía reconocer el lugar! Es como si hubieran cortado su casa y la hubieran puesto en una montaña. Empezó a caminar por el lugar, era una montaña pero que carecía de vegetación, el cielo era color violeta y sin nubes. Juan José tenía la sensación como de que aquello era otro planeta, él se sentía bien pero necesitaba una explicación por saber lo que estaba sucediendo.

Después de caminar unos metros escuchó un ruido por el cielo, en ese preciso momento pudo observar como objetos volantes parecidos a drones, su estructura era en forma de cruz con una esfera roja central, estos rodearon a Juan José y cuando ya no tenía escapatoria los aparatos empezaron a segregar una especie de gotas de oscuridad llenado el suelo de vacío oscuro.

¡Juan José cayó dentro de esa oscuridad, ya no había escapatoria, empezó a caer como en un pozo sin fondo por varios segundos cuando de repente enfrente y a la lejanía observó una figura que poco a poco se acercaba, enseguida se dio cuenta de que era él mismo, como el reflejo en un espejo, estaba tan cerca que le separaban apenas unos centímetros, cuando de repente su rostro cambió a una expresión terrorífica, acompañando con la frase de: «la sagrada oscuridad del que no tiene perdón»!

Juan José despertó de nuevo en su cama y todo volvió a la normalidad.

Continuará…

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