El amor hay que vivirlo con orgullo.
Pasear por la calle con tu pareja y sentir ganas de gritar «¡Sí! Comparto cada día de mi vida con este maravilloso ser».
Mirar a los ojos y pensar «que suerte tengo».
Ver más allá del género, de la piel, del origen, del cuerpo, de la mirada.
Presentar a tus círculos sintiendo que es un paso adelante en tu evolución y felicidad.
Cuidar de la forma que esa persona necesita ser cuidada.
Atreverse a conocer las heridas y acoger la vulnerabilidad que muestra.
Entender su historia y saber que todas esas experiencias han formado a quien tienes delante y amas.
Compartir pasiones compartidas y apoyar en las diferentes.
Sentir admiración por aquello que te complementa y enamora.
Hacer que cada día se llene de ilusiones conjuntas en la magia de las pequeñas cosas.
Reír acompañada con las locuras que vaya trayendo la vida.
Poner el hombro con disposición a que se empape de lágrimas y hacer hogar a la tristeza entre los brazos.
Acompasar los ritmos vitales y sentir que la música suena al son de las almas implicadas en la danza de la vida.
Ajustar cada día el cómo para que el balance del día sea positivo.
Acoger cada noche los sueños a su lado como un regalo de calma y seguridad entre sábanas.
Buscar el placer de su cuerpo adaptando el deseo a cada momento y encendiendo la llama con nuevas fantasías.
Calmar el miedo con la seguridad de seguir eligiendo cada día quedarte.
Cocinar para sorprender y satisfacer papilas y sentidos.
Bailar sintiendo que su contoneo es tu complemento perfecto.
Compartir valores fundamentales que anclen la relación a un proyecto conjunto.
Trabajar día a día en avanzar hacia donde se proponga democráticamente escuchando y permitiendo el cambio de opinión.
Y para que sea amor, todo esto debe ser mutuo.
Sino lo es… Es otra cosa.
María Bernabéu
@locacoherencia
Fotografía de Sergio Lardiez
@sergiolar10