Recientemente quedé con mis amigas
de la universidad para ponernos al día sobre nuestras vidas, como solemos hacer
desde que terminamos la carrera hace más años de los que me gustaría reconocer.
Siempre tenemos novedades porque nos vemos de uvas a peras ya que las
responsabilidades y que ahora (casi) todas tenemos hijos hace que resulte algo
más complicado.
Cuando nos “desprendimos” de los
niños dejando que jugaran a sus anchas empezó la conversación para adultas sin
escatimar en detalles, palabras malsonantes y temas morbosos. Es lo que tiene
la confianza, que permite que nos despellejemos vivas pero sigamos queriéndonos
como el primer día. En nuestro ágil y descarado diálogo surgió (¡cómo no!) el
tema del sexo, dirigido principalmente a las dos que estamos solteras y
enteras. Aviso de que somos un grupo variopinto, cada una de una zona distinta
de la geografía española, así que las opiniones eran diversas, contrarias y,
sobre todo, divertidas.
¡Cómo es posible que sigáis solteras
sin compromiso o solteras sin pretendientes a los que acudir esporádicamente
para un divertimento ocasional? ¡Con todas las aplicaciones que existen hoy día
para conocer gente de tu ciudad y pasar un buen rato? Pues sí ¿cómo es posible?
Será que una es clásica y sigue creyendo en el cortejo.
Cortejo: palabra usada por la otra
soltera, secundada por una servidora (en parte porque recientemente terminé de
leer Orgullo y prejuicio) y motivo de
mofa de las restantes. “¡Qué antiguas!” Puede ser, pero a una le gusta el
contacto visual y tener a la persona cerca para poder estudiar su lenguaje no
verbal y ver si son ciertas las milongas que el interesado te está soltando a
la cara.
Pero una cosa es cierta y es que
cada vez es más difícil que eso ocurra porque la mayoría tienen las narices
metidas en el móvil mirando esas aplicaciones que nos dicen dónde se encuentran
las posibles víctimas a conquistar, todo tan propio de millennials.
Podría enumerar algunas de esas apps pero no quiero hacer publicidad
gratuita y más aún porque todos sabemos cuáles son. Bueno, yo de oídas porque
conozco gente que las ha usado y no precisamente para encontrar al amor de su
vida, aunque no dudo de que alguien lo haya conseguido.
Yo soy más partidaria de conocer a un
hombre porque te lo cruzas en un bar o discoteca o te lo presentan unos amigos
en una cena en casa de un tercero y hay tiempo para las primeras miradas, esas
en las que observas cómo se mueve, cómo habla, su voz, su sonrisa, cómo usa sus
manos, si abre la boca al masticar… Y, por supuesto, si te ha echado el ojo
como tú a él. Luego comienza el acercamiento buscando los puntos en común que,
cuando se encuentran, hacen que la conversación sea tan agradable que no te des
cuenta de que ha pasado el tiempo y todos se han ido a sus respectivas casas.
Incluso los anfitriones están ya en la cama hartos de mandar indirectas que no
habéis oído.
Pero parece que ahora el juego es
distinto. Primero miras la foto por si te entra por el ojillo su aspecto físico
y luego lees lo que te quiera contar sobre sí mismo por si coincide con tus
gustos.
La conversación con mis amigas me
dejó con la mosca detrás de la oreja y decidí investigar un poco sobre el
funcionamiento de una de las aplicaciones más populares actualmente, sobre todo
para poder hablar de ella con propiedad. Por supuesto, no me he hecho un perfil
pero mis indagaciones me han llevado a darme cuenta de que el resumen que he
realizado antes es real al 100%.
Todo el que desee la puede
descargar de forma gratuita en su móvil, colgar las fotos en las que se vean
los mejores atributos de la persona (físicos, que el intelecto no se distingue
en un pelo perfecto ni en unos músculos de infarto), describir brevemente los
gustos y aficiones (por lo que he leído se valora más el humor que el deporte
así que los cuerpos fitness llaman
menos la atención).
Su uso es bastante sencillo: si dos
personas se gustan y lo hacen saber mediante las herramientas de la app, pueden iniciar una conversación en
el chat para quedar. O no, porque puede que escriba con tantas faltas de
ortografía que te den ganas de sacarte los ojos. Pero si no te gusta, no hay
problema: buscas otro perfil que coincida contigo y ya tienes otro chat nuevo, y
así hasta que entres en un bucle infinito.
Sencillo y sin cortejo,
porque es la manera en que se liga en tiempos de millennials