Fechas marcadas a fuego, momentos que no se repetirán y otros que se proyectan en tu mente día tras día con la esperanza puesta en que volverás a encontrar a esa persona que, ahora, siempre está contigo.
Mi hija mayor nació un 16 igual que mi hija mediana y mi hijo no un 16, pero sí en junio. Mi padre siempre me hablaba de las casualidades y, tenía razón. Tal día como hoy él hubiera cumplido 79 años. El año pasado lo celebramos a medias porque él seguía echando mucho de menos a mi madre. Este año, no podemos celebrarlo.
Y es que, las personas que están en duelo me entenderán, las primeras veces son muy muy díficiles: las primeras navidades, el primer día del padre o de la madre sin ellos, el primer cumpleaños… o simplemente el primer día sin estar a su lado.
No hay día en que no me acuerde de él, en que no me llegue a la mente una palabra suya o el pensamiento de «qué hubiera hecho él en mi situación» y duele, claro que duele.
Ayer precisamente en el grupo de la Asociación de Juan Navío hablábamos de que la pérdida de un ser querido nunca se llega a aceptar del todo, lo asumes, porque es el ciclo de la vida, pero nada más. Aprendes a vivir de otra manera, aprendes a vivir con ello y a transformar poco a poco ese dolor en un amor infinito, aprendes a sobrellevar ese dolor, que no puede desaparecer.
Fechas marcadas a fuego, momentos que no se repetirán y otros que se proyectan en tu mente día tras día con la esperanza puesta en que volverás a encontrar a esa persona que, ahora, siempre está contigo.
Y hoy, 16 de junio es una de esas fechas marcadas a fuego en mi corazón, al igual que aquel 13 de octubre o ese fatídico 23 de agosto… Hoy papi te echo de menos, no más que cualquier día en realidad, pero hoy me gustaría soplar junto a ti las velas, pero la vida no me lo ha permitido. Y sí, hoy me he permitido la licencia desde el medio en el que trabajo de hacerte un pequeño homenaje, porque te mereces esto y más. ¡¡Feliz cumpleaños papi!!! ¡¡Un beso al cielo!! ¡¡Cuidarnos mucho desde allí!
