Inolvidable. Así se puede resumir lo que ha sido este pasado fin de semana ‘Villena es Música’. La ciudad se convirtió en un gigante escenario por donde desfilaron cientos de músicos, en cualquier rincón, en cada uno de los escenarios adecuados para este enorme función. Si Villena puede presumir de algo, mejor dicho de muchas cosas, ya se puede añadir una más en su extenso curríulum: la música. A pesar de que, y sobre todo en verano, y gracias a los festivales Leyendas del Rock, el Rabolagartija, Noche Étnica Mestizaje y las diferentes fiestas que organizan las salas de fiestas, VEM nace para, definitivamente, hacerse un hueco en una agenda repleta de actividades, pero sobre todo, de música.
Como decía el poema: «Cuando la luna gitana del brazo de Lorca nos mire extasiada. Cuando Picasso dibuja en el lienzo de blancas estrellas nuestra alegre fiesta, volemos, volemos sin alas. Al mágico mundo de blancas y negras sobre un pentagrama. Planeta celeste con flores de danza. Con mares de coplas. Montañas de ritmo. Conciertos de razas que giran y giran por esta galaxia de música y música. ¡Música, tus puertas se abran!». Y se abrieron, vamos si se abrieron.
Sin duda hay que agradecer a Pepe Ayelo, mentor y padre de esta iniciativa, la gran apuesta realizada para que este sueño se cumpliera. Al consistorio, y sobre todo, a ese «ejército» de voluntarios que, con sus camisetas negras, copaban cualquier rincón de la ciudad, haciendo su labor a beneficio de una noble causa: el Asilo de Villena. La ciudad se convirtió en un improvisada convención de chisteras, como si de un concierto de Joaquín Sabina se tratara.
Y es que desde las ocho de la mañana del sábado, y hasta la misma hora del domingo, Villena se convirtió en música. Sería imposible nombrar a todos los participantes que, bien por las calles, bares, pubs, comercios o esos escenarios situados por toda la ciudad, con mayor o menor medida hicieron que el público escuchara sus letras, gozara con sus melodías, catara sus notas musicales. Desde los más pequeños, hasta los que se sienten todavía pequeños sobre un escenario, a pesar de llevar tras de si, kilómetros y kilómetros en la carretera.
Y es que Villena se convirtió en un improvisado parque temático, donde la música fue su principal atracción. Miles de personas desfilaban con sus planos de horarios en mano, buscando la actividad musical que más se asemejaba a sus gustos. Y es que hubo para todo, y de calidad. Desde música de cámara, flamenco, rap, hip hop, punk, metal, coros, danzas… ¡Qué delicia para los oídos! Y es que cuando algo se organiza con amor, y de manera desinteresada, el resultado es el de matrícula de honor.
Ojalá que esta maravillosa iniciativa perdure en el tiempo, ya que un servidor, al igual que imagino que cientos y cientos de personas, ya esperamos la segunda edición de «Villena es Música». ¡Música, tus puertas se abran!