Tras 10 años de implantación de la Ley
Integral contra la violencia de género en España, más de una mujer sigue
muriendo a la semana asesinada a sangre fría por el hombre con el que mantenía
o había mantenido una relación sentimental. Es terrible el mero hecho de
decirlo pero la muerte de las mujeres la estamos normalizando, es una noticia
más que aparece en los medios de comunicación y a pocas personas impacta.

¿Si
fueran futbolistas quienes murieran a razón de uno a la semana? ¿Creen ustedes
que la sociedad lo aceptaría tan normal? Nooooo. España estaría conmocionada,
seguramente miles de seguidores estarían reclamando en las calles medidas para
acabar con esas muertes. No se desestimaría ninguna actuación ni se escatimaría
ningún recurso. Pero solo son mujeres….

Algo sigue fallando.

Una
Ley pionera a nivel europeo que marcó un antes y un después en el tratamiento
de la violencia de género reconociéndola por el Estado como un gravísimo
problema social a erradicar y abordándolo de una
forma multidisciplinar desde el punto de vista sanitario, educativo, judicial y policial, ha ayudado a proteger y
salvar vidas pero, no basta.

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

La violencia que se dirige sobre las
mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores,
carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión,
está en el mismo seno de la sociedad y
se sigue manifestando como el símbolo más brutal de la desigualdad que existe
entre hombres y mujeres.

Hemos de romper estereotipos, educar
en valores de igualdad en la infancia y la juventud y en el aprendizaje de
habilidades que impidan dependencias emocionales y mejoren la gestión de
conflictos interpersonales y afectivos. Saquemos a la luz los micromachismos
cotidianos que soportan las mujeres para poder reconocerlos, avergonzarnos, no
tolerarlos y denunciarlos desde el grado uno. Ni un chiste, ni una creencia, ni
una tradición, ni una canción, ni un acto más que denigre a las mujeres.

Las
mujeres siguen muriendo y sin embargo el número de denuncias baja año tras año
desde 2008 y una mujer que no denuncia es una mujer sin protección, una mujer
en peligro. El miedo, la dependencia
económica y emocional o los hijos son los principales motivos que les llevan a
callar y aguantar. Hay que remover nuestra conciencia, no solo la de la
víctima maltratada, también la del familiar, la de la vecindad, la de quienes
saben pero callan y miran para otro lado. Denunciemos siempre, tolerancia cero
frente a la violencia sobre las mujeres.

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