Para el Consejo Sindical Obrero, si alguna institución merecía respeto era la Dirección General de Tráfico con su Director Pere Navarro a la cabeza, ya que entendemfos y compartimos muchas de las medidas que se toman para reducir la siniestralidad laboral en nuestras carreteras. De hecho, desde el CSO estamos inmersos en una campaña por la reducción de la edad de jubilación de los conductores profesionales, ya que es la profesión, con diferencia con más muertos y accidentes laborales.
Pero cuando unos conductores nos han advertido de la manera de trabajar que tienen en su empresa, donde les obligan a llevar hasta 92 personas en un autobús con 56 plazas sentadas, y hasta 36 personas de pie, en un recorrido de 45 kilómetros por autovía, nos hemos sorprendido y hemos realizado las consultas pertinentes.
La Guardia Civil, en principio nos ha dicho que eso era una barbaridad, pero tras comprobar la ficha técnica del vehículo y el permiso de circulación, lo recogía, han realizado las oportunas averiguaciones y en definitiva, el artículo 48 apartado 2 del Reglamento General de Circulación establece:
“En el supuesto de que en un autobús viajen pasajeros de pie porque así esté autorizado o en caso de que el autobús no esté dotado de cinturón de seguridad, la velocidad máxima en vías convencionales será de 80 kilómetros por hora”.
Entendemos que en un trayecto urbano o interurbano como el area metropolitana de una ciudad, se pueda llevar pasajeros de pie, pero en un trayecto por autovía nos parece una temeridad, que solo beneficia a la empresa que en lugar de poner dos autobuses, con un conductor y un autobús, hace el negocio.
Se vuelve a demostrar que el negocio está por encima de la seguridad, que hay dos Peres Navarros para medir, uno para la ciudadanía en general, donde nos multan por no llevar el cinturón en la población, que nos parece bien, y el otro Pere, que permite a las empresas llevar a los pasajeros de pie por una autovía.
Luego hablamos de fatalidad. Desde CSO consideramos que la fatalidad es que siga primando los beneficios empresariales por encima de la seguridad de las personas, y en este caso, la tranquilidad de los conductores que en definitiva son los responsables de la seguridad de los pasajeros que llevan de pie.