En este post me gustaría empezar aclarando el significado de la palabra «dieta», mal utilizada por la mayoría de nosotros, pues ya los antiguos griegos ya entendieron que no bastaba con comer bien, sino que además había que acompañar este hábito con otros igualmente saludables.

Para ellos, la palabra dieta (díaita) se refería a la regulación de los hábitos de vida en general, incluidos los alimentarios. Valorar el poder de la «dieta» en cuanto a conservar la salud y prevenir enfermedades, pasaría por entender que no deberíamos seguir asociando esta palabra a un «régimen alimentario» estricto y monótono para adelgazar o curar ciertas enfermedades. Debemos tener muy claro que no es suficiente con elegir alimentos saludables, si al mismo tiempo no nos comprometemos a llevar un estilo de vida igualmente saludable. Por tanto, nuestra «dieta» es el conjunto de nuestro estilo de vida saludable. Así lo define un colega de profesión Julio Basulto en su libro «No más dieta», al que tengo gran afecto.

Entiendo que la mayoría de personas continuarán utilizando la palabra «dieta» para referirse a «estar llevando un régimen determinado» con mayores o menores prohibiciones, pero coincidiendo todos ellos, en que tienen fecha de caducidad, todos terminarán algún día, y…….volveremos a recuperar, si es que habíamos perdido esos kilos de más que tan de cabeza nos llevaban.

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Por todo ello me gustaría transmitir algunas diferencias claras entre lo que nos puede suponer llevar un «régimen determinado» o plantearnos «cambiar nuestros hábitos».

  • Seguir un «régimen x» nos da un sentimiento de incomodidad, pues nos hace sentir condenados a un castigo. Sin embargo, «cambiar de hábitos» nos hace sentir bien con nosotros mismos, no nos sentimos aprisionados ni frustrados a comer si o si lo que viene pautado
  • Seguir un «régimen x» a las pocas semanas nos puede resultar aburrido, repetitivo, tienes que privarte de ciertos alimentos…sin embargo, «cambiar de hábitos» nos permite comer de todo de forma medida, incluso aumentamos el consumo de más alimentos que no estaban incorporados a nuestra alimentación habitual
  • Seguir un «régimen x» nos lleva a frustrarnos después de unos días o semanas, nos restringe y limita el tiempo de «comer bien», puede parecer inflexible o imposible de cumplir. Por otro lado, «cambiar de hábitos» nos permite darnos un capricho de vez en cuando, aprendemos a tener una mejor relación con la comida y no hay fecha de término, pues lo que debemos conseguir es que los cambios de hábitos que realicemos perduren en el tiempo.
  • Seguir un «régimen x» promete resultados después de tiempo de «sacrificio». Por el contrario, «cambiar de hábitos» nos proporciona bienestar desde el primer día que comenzamos.
  • Seguir un «régimen x» suena a privación y restricción, mientras que «cambiar de hábitos» suena a libertad y salud.
  • Siguiendo un «régimen x» normalmente obtienes beneficios a corto plazo, mientras que «cambiar de hábitos» te permite seguir una alimentación balanceada que perdure en el tiempo, obteniendo así beneficios a largo plazo.
  • Seguir un «régimen x» desata emociones negativas o de rechazo, lo que lleva a mayor estrés, mientras que «cambiar de hábitos» permite escuchar las necesidades del cuerpo y disfrutar el proceso de nutrirnos.
  • Seguir un «régimen x», una vez regresas a los hábitos anteriores, regresan los resultados anteriores, por el contrario, «cambiar de hábitos» nos permite incluir nuevos hábitos que traen resultados positivos.

Estas son algunas de las diferencias que destacaría si nos decantamos por seguir un «régimen x» o «cambiar de hábitos». Personalmente siempre apuesto por realizar cambios en nuestros hábitos, que nos lleven poco a poco a alcanzar nuestros objetivos de la forma más amena posible, sin olvidar, que para mejorar debemos asumir la responsabilidad que supone dicho cambio, y esto requiere de esfuerzo y motivación, más al principio, cuando incorporamos nuevas rutinas y hábitos.

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