Moda (según la Real Academia Española): «Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo».
Es bien sabido que hay modas que nos encantan y que no queremos que pasen nunca, sin embargo, hay otras que dices «¿pero cuándo se va a acabar esta pesadilla?» Porque, como bien dicen por ahí, no siempre llueve a gusto de todos.
La moda de la que os voy a hablar, para mí es de esa lluvia que cuanto antes se vaya, mejor. Lástima que tenga pinta de querer quedarse durante unos años (bastantes) más. Si eso pasa yo espero poder huir al Kilimanjaro para que mis orejas, mi cuerpo en general y mi dignidad no sufran más. Estoy hablando, naturalmente, de la moda del reggaetón. Sí, esa música tan pegadiza que es imposible no escuchar en la mayoría de fiestas y que todo el mundo baila, pero, ¿alguien se ha parado a analizar las letras de esas canciones (de las que tengan letra, claro… porque «dale mamasita» y «tacatá» no se pueden considerar letras)?
El reggaetón es la última forma de machismo legalizado y aceptado por la sociedad. Ponen a la mujer al nivel del suelo, literalmente, como dice la canción «Agáchate». Ya me gustaría a mí ver a sus cantantes (la inmensa mayoría son varones, ¡qué casualidad!) agacharse para coger la pastilla de jabón en una ducha comunitaria, ya…
Pero esto no acaba aquí. Si escuchamos «Propuesta indecente» con su frase: «Si te falto al respeto y luego culpo al alcohol, si levanto tu falda…». No sé vosotros y vosotras, pero a mí un tío borracho me falta al respeto y encima intenta levantarme la falda y quince segundos después tienen que llamar a la ambulancia para llevarlo al hospital.
No quiero que se me malinterprete, hay canciones de reggaetón que bailo con ganas porque me gustan e incluso me identifico con ellas porque son alegres, optimistas o porque cuentan historias que me han pasado a mí… pero solo son cinco de cada cincuenta.
En fin, todavía no pierdo la esperanza de poder entrar en un bar o ir a una fiesta y que esté sonando Mägo de Oz, Simple Plan… ¡hasta Raffaella Carrà! Cualquier cosa antes que ese reggaetón machista que me encuentro hasta en la sopa.