Anoche me dio por
preguntarle a un amigo que juega a fútbol por qué, al igual que
existe la “Copa del Rey”, no había una “Copa de la Reina”.
Entonces él me contestó que sí que existe, pero, evidentemente,
era normal que yo no supiera de su existencia debido a que no se
promociona tanto. Además, los partidos de fútbol femenino no se
juegan en los mismos estadios que los del masculino, pues estos
últimos atraen mucho más público que ellas.

Y yo ahora me pregunto,
si el deporte es el mismo, ¿por qué ellos causan auténtico furor y
fanatismo y ellas apenas consiguen que vaya gente a verlas jugar? Me
encantaría decir que la respuesta está clara, que es porque… no,
en realidad no se me ocurre una respuesta coherente y razonable,
porque decir que “el fútbol femenino no vende” me parece
demasiado sencillo y absolutamente sin fundamento, porque no es
verdad. Otra cosa es que los medios de comunicación no nos lo vendan
tan bien como nos venden el fútbol masculino, esa ya es una
respuesta algo más esclarecedora, pero, para mí, sigue sin tener
sentido, ¡porque sigue siendo el mismo deporte! Deporte que, por
cierto, a mí nunca me ha llamado la atención, pero estoy estudiando Magisterio de Primaria y me gustaría hacer la mención en Educación
Física.

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

“¿Vas a tirarte
cuatro años de carrera para ser profesora de gimnasia?”, me dice la
gente. Y yo les contesto que no, no me voy a tirar cuatro años de
carrera para enseñarle cuatro deportes a los chavales, voy a
estudiar cuatro años de carrera para enseñarles a los niños en qué
consiste el deporte, el compañerismo, la cooperación, la
deportividad, la superación, la autoestima, las destrezas motoras,
la expresión corporal, el equilibrio entre mente sana y cuerpo sano,
a desarrollar todo el potencial corporal que tienen, a usar su cuerpo
como herramienta de comunicación y de trabajo, a aceptar su cuerpo,
respetar la integridad física de los demás, a romper barreras
motoras, y, por supuesto, les enseñaré a divertirse usando su
cuerpo, por ejemplo, jugando a fútbol. Sí, es cierto que este
deporte me es bastante indiferente, pero sé que a los niños les
encanta y es una buena manera de mantener el cuerpo activo y de
fomentar el trabajo en equipo y la capacidad de táctica y
estratégica.

Pero, visto lo visto,
¿cómo le digo yo a una niña que no tenga miedo de hacerle una
entrada a un niño, que ella puede ser tan ágil y rápida como él?
¿Y cómo le explico yo a un niño que no tenga miedo de regatearle a
una niña? “Es que no quiero hacerte daño”, me decían mis
compañeros de clase cuando yo quería jugar a fútbol en el recreo.
¿Cómo les explicaba yo a esos niños y, sobre todo, cómo les
explico a mis futuros alumnos que si tienen que tirar a una niña al
suelo, ¡la tiren!? Sé lo que están pensando, ¡qué barbaridad acabo de decir! Pero es la verdad. Ellas son más fuertes de lo que ellos y ustedes piensan y
pueden levantarse sin problemas, no son de cristal, no se van a
romper si las tocas. Pero, evidentemente, si ellas nunca piensan que
pueden quitarle la pelota a un niño, jamás lo van a intentar y ahí
se quedará todo. En lo que pudo y no fue solo porque ellas no sabían
que podían hacerlo y ellos jamás se molestaron en ayudarlas a
desarrollar ese potencial escondido.

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