Este pasado fin de semana fui a casa de unos familiares en Valencia. Allí, mis primos, una
niña y un niño de 7 y 11 años respectivamente, tenían los típicos
catálogos de las jugueterías con todas las opciones de objetos que
los niños pueden incluír en su carta para los Reyes Magos. La
verdad es que yo hace tiempo que dejé de ojear dichos catálogos,
pero tampoco me he perdido mucho, pues no ha cambiado nada.

Los juguetes son los
mismos año tras año, con la única diferencia de que los estampados
de las mochilas, las bicis, etc., cambian por el personaje de moda
del momento. Ya está. Por lo demás todo igual. Las primeras páginas
están dedicadas a los juguetes más de bebés y después pasamos a
los regalos para los niños más de primaria. Primero encontramos la
«sección rosa», como yo la llamo. Y es la sección de los
juguetes para las niñas. Muñecas, maquillaje, cocinitas… cosas de
niñas, vamos. Y después, la «sección azul», la de los
niños. Muñecos de acción, pistolas, coches… (sin entrar en el
tema de la apología de la violencia, que esa es otra cuestión que
tela!) las típicas cosas de niños. ¡Ah! ¿He mencionado que
estamos en el siglo veintiuno? Pues para las jugueterías parece ser
que no, que todavía seguimos en la prehistoria, donde si a un niño
lo ven con una muñeca es un mariquita, donde una chica con un balón
de fútbol es una marimacho, donde un niño si viste de rosa es un
desviado, donde que una chica juegue con coches está fuera de
lugar… ¿De verdad es este el mensaje que queremos darles a los
niños en una fecha tan señalada como es la Navidad donde,
supuestamente, es una época para el amor, la tolerancia, la familia
y la amistad?

Que este tipo de sexismo
esté tan asimilado y aceptado por la sociedad es algo que me da
rabia a más no poder y una sensación de impotencia y fracaso que no
os podéis imaginar. Las mujeres llevamos siglos luchando para que se
nos trate como a seres humanos y ahora que más o menos lo hemos
conseguido (solo más o menos y depende en qué sitios…) nos
encontramos que somos seres humanos, pero que estamos aparte. Una
sección para mujeres y una sección para hombes. Un color para
mujeres y otro para hombres… ¿Saben qué? Me avergüezo de esta
sociedad. No solo por el machismo que a día de hoy está muy pero
que muy lejos de ser erradicado, si no de que la gente esté tan
acostumbrada a él y no haga nada para evitarlo.

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

«Ella no se puede
pedir esto porque es de chicos». Esa frase de mi primo fue como
una lanza que fue directa al corazón. Y lo peor de todo es que, como
futura maestra que voy a ser, que voy a convivir con niños toda mi
vida, no va a ser la única vez que la escuche, pues los catálogos
de las jugueterías se reparten gratuitamente en la puerta de los
colegios y eso es lo que lo niños van a aprender, lo que diga la
maestra de «¿Y por qué no? Si a ella le gusta es libre de
jugar con lo que quiera» no va a importar, porque ya desde la
cuna el carrito de bebé de las niñas es rosa y la habitación de
los niños está pintada de azul.

Y este, señoras y
señores, es el legado que dejamos a las futuras generaciones:
sexismo y capitalismo. ¿Pero saben qué? Las jugueterías ganarían
mucho más si todos los niños y niñas pudieran optar a cualquier
tipo de juguete, y no solo a la mitad de ellos, porque unos son «de
niños» y esos otros «de niñas». Y si han entendido
bien la metáfora, verán que lo que pretendo decir no es otra cosa
que juntos, ganamos más.

Promedio 0 / 5. Votos: 0