En una precampaña electoral los
nervios se ponen a flor de piel. Los ánimos se exaltan y todo el mundo parece
alterarse. La cafeína, desde luego, no contribuye a calmar los ánimos. Al
contrario, actúa como ingrediente para potenciar la excitación colectiva. Y eso
perjudica seriamente la salud democrática.

Aún más cuando se utiliza a modo
de excusa y reclamo para celebrar un acto político al que acuden los
simpatizantes y afiliados del Partido Popular de Villena con intención de
escuchar a su candidato. Tiene gracia que un partido local próximo a los
postulados retrógrados y ultraconservadores del “Tea Party”, un movimiento
adscrito al Partido Republicano estadounidense de Donald Trump, sea más de
tomar café.

Esta primera contradicción se
acentúa cuando se recurre a unos actos, supuestamente participativos y abiertos
a la ciudadanía, que son celebrados por un partido que ha designado a dedo a su
alcaldable, sin primarias de por medio y, claro está, sin la intervención de la
militancia. Su credibilidad queda muy mermada, aunque luego se esfuercen en
asegurar que no van a prometer nada que no puedan cumplir. Pues empiezan muy
mal.

Pero no es ninguna novedad. El PP
ya nos tiene acostumbrados a sus incongruencias y contrasentidos. En su
propaganda aluden a que nuestro municipio necesita un “plan estratégico de
futuro”. Y lo dicen los mismos que entre 2007 y 2011 hicieron verdaderos
estragos en el ayuntamiento e hipotecaron nuestro futuro, construyendo costosos
equipamientos carentes de rentabilidad social, deportiva y cultural, con planes
de explotación y uso mal calculados o, incluso, inexistentes.

El Centro Deportivo Villena y su
piscina cubierta son un ejemplo muy claro. Estas instalaciones no solo están
infrautilizadas, sino que nos cuestan a los villeneros y las villeneras
alrededor de 350.000 euros cada año, como ya se ha denunciado desde el PSOE
muchas veces. O la plaza de toros cubierta, una obra con graves deficiencias
que, después de tan solo ocho años, presenta también sorprendentes problemas de
mantenimiento. O la pirámide acristalada anexa y el parking subterráneo, ambos
cerrados.

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

El PP recrimina la ineptitud del
equipo de gobierno Verde, mencionando el superávit acumulado. El mismo partido
de derechas, cuyo exconcejal de Hacienda presumía a principios de la década
pasada de incrementar el dinero en las arcas municipales, como si el
ayuntamiento no fuera una Administración pública, sino una empresa privada que
persiguiera incrementar los beneficios económicos y no mejorar la vida de la
ciudadanía.

Y los Verdes, supuestamente un
partido de izquierdas, no invierten en infraestructuras y servicios públicos
excusándose, otra vez, en que la culpa es del Gobierno central y sus
imposiciones de limitar el gasto. Pero, cuando les conviene, al mismo tiempo
pretenden justificar como muestra de buena gestión y de cuentas saneadas tener
19 millones de euros del consistorio en los bancos.

Dos partidos, PP y Verdes, que
comparten el demérito de haber sido incapaces, respectivamente, de aprobar
durante varios años consecutivos los Presupuestos Municipales, aunque
dispusieran de sendas mayorías absolutas.

Los evidentes nervios del PP le
llevan a insinuar que votar en los próximos comicios locales al PSOE supone que
siga siendo alcalde Javier Esquembre. Además de una demostración de miedo, un
síntoma de debilidad y una falta de respeto al electorado socialista y al
candidato del PSOE, Fulgencio Cerdán, se trata de un ejercicio de cinismo y una
burda manipulación. Votar a los Verdes hace cuatro años no sirvió, desgraciadamente,
para que el Partido Socialista siguiera gobernando. Y vaya si lo ha notado la
ciudadanía.

Ya sabemos que los populares son
muy dados a especular, no solo con los resultados electorales y los posibles
pactos, sino con la educación, la sanidad y los servicios sociales cada vez que
han tenido oportunidad. Deberían dejar de hacer suposiciones y elucubraciones
porque nadie jamás hubiera pensado que llegaríamos a ver, incluso, un Gobierno
en Villena del PP con Izquierda Unida, como ocurrió hace unos años.

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