A Mayte Rodríguez
le encanta su trabajo. Para ella, hacer un zapato es algo bonito y
gratificante, pero se lamenta de que la situación de las aparadoras sea tan
irregular. Tiene claro que es necesario que las personas cambien de mentalidad
para evolucionar, por eso, decidió vencer su propio miedo y encabezar la Asociación de Aparadoras Elda-Petrer
(ADAEP). En la página de Facebook de la asociación se puede leer su historia.
Una historia que es la de muchas y muchos.
Insiste en dejar claro dos cosas: que en esta asociación
cabe todo aquel que se encuentre en situación de irregularidad laboral, y que
se mantiene al margen de cualquier ideología política. Cuantos más mejor.
Porque tiene clara una idea, que salvar el sector del calzado es cosa de todos.
Ágora Habla (AG): ¿Cómo surge
formar una asociación?
Mayte Rodríguez (MR): De Celia
Carbonell, hija de aparadora y cortador, los dos colectivos que creo que peor
estamos, y de Aurora Sales, de Elche. Yo llevaba años pensando en algo así,
pero la gente me iba quitando la idea de la cabeza. Cuando vi que convocaron la
primera reunión, acudí sin pensarlo y le vi futuro. Desde entonces no he
faltado a ninguna, y en septiembre decidí ponerme a la cabeza. Con un poco de
miedo y vergüenza, la verdad, pero bueno, a tirar para delante y a hacerme
fuerte, tengo claro que esto es lo que quiero.
AG: ¿Qué reivindicáis?
MR: Es tan
sencillo lo que pedimos… Trabajar, cobrar la nómina, lo que corresponda, tener
vacaciones, festivos y cotizar. Es muy duro cuando no hay faena y te toca estar
varios meses sin trabajar. Si
estuviéramos dadas de alta, podríamos pedir el paro, pero así no tenemos nada.
Hay mujeres que viven solas, en esta situación, y cuando no hay trabajo desesperan.
No somos diferentes al resto, aunque trabajemos en casa. En
nuestro convenio está reconocido que nos tienen que pagar un 10% más del precio
del zapato en concepto de luz, agujas, gasolina, reparaciones de la máquina… Todo
eso va de nuestro bolsillo y vale una pasta. Te tienen que pagar un 10% más, cuando
te están pagando un 50% menos.
AG: La situación en
el calzado parece que siempre haya dado igual a todo el mundo
MR: No es que nos
diera igual, es que hemos nacido con ella, es lo que hemos vivido. No te da
igual, pero tampoco sabes como salir de ello. A mí me han llegado a pagar, por
trabajar 12 horas diarias, 90 euros la quincena. Y cuando encuentras un sitio
en el que está medianamente bien, y por lo menos te ganas tu salario, cuesta
mucho jugártelo.
Hay gente que te dice que está bien. Pero es que, que te
contraten por cuatro horas mientras trabajas once, o que te hagan un contrato
de 40 horas semanales, pero no te paguen tú nómina completa, aquí ya se
considera estar bien. Encima, cuando envías cartas al Ministerio te contestan
que no aceptes esas condiciones. Lo peor es que tienen razón.
AG: ¿Esperábais más
respuesta por parte de las trabajadoras al empezar con esto?
MR: Creo que al
principio Celia esperaba más, pero yo, como estaba metida en este mundo, sabía
que iba a ser poquita. Para mí es suficiente. Poco a poco. A lo largo de este
año he tenido gente al lado que en las primeras reuniones se escondían y ahora
se ponen en primera fila. ¿Qué han sido cuatro o cinco? Me da igual. Cuatro o
cinco que han conseguido hacerse fuertes, salir de ahí y no tener miedo. Eso me
da mucha satisfacción.
AG: ¿Qué la gente
pierda ese miedo es uno de vuestros objetivos?
MR: A lo largo de
este año me he dado cuenta de que más que tocar puertas en administraciones,
hablar con políticos y todo eso, lo más importante es concienciar a la gente y
hacer piña. Si pedimos más inspecciones y cuando llega el inspector todos
mentimos, no vamos a conseguir arreglar la situación. Hay que buscar el bien
común, pero la gente sigue teniendo mucho miedo a denunciar y perder su
trabajo.
Yo les digo que miren en que condiciones trabajan. Trabajos
como ese hay a patadas. Además, quedamos muy poquitas que sepamos hacerlo, nos
necesitan, pero no nos damos cuenta. Por eso creo que ha llegado el momento de
ponernos en nuestro sitio y decir: “No, esto no lo hago”. Trabajando así
solamente conseguimos que esta situación prolifere.
Es como el alcohólico o el drogadicto. Si no reconoces lo
que te está pasando, nadie te puede ayudar. Y ahí estamos, apareciendo en
medios y con la página de Facebook, esperando a que la gente haga ese click que
llega con la cosa más tonta.
AG: ¿Qué tipo de
actividades organizáis?
MR: Hicimos un
curso de empoderamiento para que las aparadoras cogieran confianza en sí mismas
y otro para formar una cooperativa, y los queremos repetir. Tenemos prevista
una manifestación en septiembre, con las compañeras de Villena y varias
asociaciones más. Queremos realizar acciones en la calle; recogida de firmas, un
día de convivencia con actividades… Aunque lo último es algo más complicado y
está un poco pendiente.
AG: Entonces es buena
la relación entre asociaciones
MR: Con Isabel
Moreno, de Villena, tenemos muy buena relación, incluso queremos organizar un
acto conjunto con motivo de nuestro primer aniversario. Con Elche,
desgraciadamente no tanto. Su presidenta está en contra de las denuncias, cree
que no sirven para nada. Abogan más porque se reconozcan los años trabajados
para tener derecho a la jubilación. Pero así no va a cotizar nadie. Así que esa
no es nuestra lucha. Nuestra lucha es concienciar a la gente y que se hagan
fuertes.
Esta situación solo se acaba con denuncias, no hay más. Y
encima te dicen que así vas a acabar con la industria del calzado, pero ya está
acabada, porque no hay nadie que la continúe. Esa carga no debo llevarla yo.
Que la lleven otros.
AG: ¿Os sentís
apoyadas por las instituciones locales?
MR: En octubre
tuvimos una reunión en la que invitamos a todos los grupos políticos. Les
expusimos una moción y que nos reconocieran como asociación para optar a una
subvención y a un local, porque desde la asociación tramitamos denuncias a los
inspectores de trabajo y así podemos mantener el anonimato de las trabajadoras.
Nos apoyaron todos porque es un problema que nadie puede
negar. En noviembre se aprobó la moción. Pero esas cosas ya sabemos cómo funcionan,
llevan su tiempo. Todavía no hemos podido pedir sede ni nada porque aún estamos
con el papeleo…
AG: ¿Y el sindicato?
MR: Para ellos, que aparezca una asociación de este tipo es como decirles que no están haciendo bien su trabajo. Yo no sé si lo están haciendo, aunque he trabajado en muchas fábricas y talleres y nunca he visto un sindicalista. Su trabajo debería ser ese, moverse por las fábricas, ver la situación de la gente…
AG: Imagino que asustaréis a mucha gente…
MR: A mucha. Están todos asustadísimos. Y van a seguir estándolo, porque esto va para delante.
AG: ¿Los empresarios
qué os dicen?
MR: Los
empresarios están escondidos de momento, a la expectativa. Ellos son los
primeros que saben lo que hay.
Se ha creado un sentimiento a lo síndrome de Estocolmo. Los
trabajadores pensamos que el empresario nos está haciendo un favor por darnos
trabajo. Y en el momento que reclamas algo, lo primero que te dicen es: “Pues
por lo menos tienes trabajo”. Te dicen que no pueden mejorar las condiciones,
que les va muy mal, y parece que te están haciendo un favor. Pero realmente
viven muy bien, todos.
Encima alzamos la voz las aparadoras y parece que vamos a
acabar con la industria zapatera. Pero nosotras también queremos nuestros
derechos. A lo mejor el que está bien también debe alzar la voz para seguir
estando bien. A lo mejor, si no la alza le puede tocar también. Hay que luchar
por la industria en general, y lo tenemos que hacer entre todos porque aquí no
hay otra cosa y al final, vamos a acabar todos igual.
Gracias por atendernos Mayte. Deseamos que este sea el primer año de muchos y que tengáis suerte en vuestras reivindicaciones.