Desde el año 2010 el
grupo de festeros ‘Los Inquietos’ viene rindiendo, anualmente,
homenaje a personas vinculadas con las Fiestas de Moros y Cristianos
que, por su labor y experiencia festera, han sido, a nuestro juicio,
merecedoras de ser reconocidas por ello.
Tratamos siempre de
resaltar la figura de festeros que han aportado a nuestra fiesta,
trabajo incondicional, conocimientos o simplemente poseer un carisma
especial que les convierte en referentes en los distintos ámbitos de
la misma.
De este modo han sido
homenajeados desde entonces Pedro Palao (2010-DEP), Vicente Prats
(2011), José Blanes (Elda-2012), Miguel Ortuño (2013), Pascual
Chico (Sax-2014), José Antonio Alcaráz (Ontinyent-2015)
El último viernes de mes
es el día en que Los Inquietos nos reunimos para compartir unas
horas en torno a una mesa pero, en esta ocasión y por coincidir el
último viernes del mes de marzo con Viernes Santo, fue el pasado uno
de abril cuando decidimos realizar la comida y el homenaje de este
año 2016
Por razones obvias, nunca
se nos ha pasado por la cabeza el homenajear a algún componente de
Los Inquietos, no por falta de méritos sino por sentido común. Pero
este año hemos roto esa regla. Este año era necesario y justo,
homenajear a un festero con mayúsculas que, pese a ser “Inquieto”,
merecía nuestro reconocimiento y admiración.
El homenajeado no acudió
a la cita, pero estaba muy presente en nuestra mente, de ella fluían
recuerdos y anécdotas que, en su momento, compartió con nosotros y,
además, estaban presentes tres de sus hijos, Luis, Pepe y David, a
quienes se les entrego la insignia de plata de “Los Inquietos”,
por primera vez enmarcada y por primera vez a título póstumo.
Fue Primitivo Gil quién,
con una breve intervención, prologó esta entrega, este homenaje, el
agradecimiento de sus hijos y el compartir durante un buen rato los
recuerdos. Estas fueron sus palabras.
Queridos
compañeros y estimados hijos de Pepe:
Este
acto, este encuentro, es el más importante y más trascendental de
cuantos hemos celebrado hasta ahora. Hoy rendimos homenaje a uno de
nuestros compañeros, a un componente de esta variopinta peña
festera a la que en su día titulamos “Inquietos” y que está
compuesta por festeros.
Aquí
coincidimos despojados de comparsismo y de cargos o titulaciones,
aquí somos todos y cada uno de los componentes un festero más. Pero
no podemos ni queremos olvidarnos de quienes somos ni de donde
venimos, ni de qué comparsa somos. Este es el caso de hoy, Pepe
Iglesias Estevan, villenero, componente de la Comparsa de
Estudiantes, Cabo de la misma y festero de proo.
Hasta
aquí habríamos cubierto el expediente, pero no seríamos justos, no
habríamos hecho la justicia que Pepe merece, porque Pepe fue más,
mucho más. Pepe fue un festero entre los festeros. Todos presumimos
y a la vez nos sentimos envidiados por el estilo de los cabos de
Villena y de eso Pepe ha tenido y tiene mucha culpa, él, a lo largo
de su dilatada vida festera como cabo creó una nueva forma de
ejercerla: descarado, simpático, dicharachero, enérgico,
respetuoso… virtudes que crearon escuela y, como antes decía, de
las que todos presumimos. Él fue iniciador de la actual retreta, fue
el primero en incorporar las críticas y los grupos organizados,
todos recordamos la famosa lágrima de Peret. Desde la creación del
colectivo de Cabos perteneció a él, siendo nombrado sargento en
reconocimiento a su buen hacer y para que su grado fuera superior al
resto de los Cabos de Villena.
Breve
y escueto, tal como se me pidió, ha sido este, lo llamaré
currículo, en el que no se contempla su festerismo petrelense ni sus
anécdotas de las que muchos de vosotros sabéis y conocéis mejor
que yo.
Gracias
por vuestra atención y respeto.