Día a día escuchamos
que el mundo va cada vez peor: políticos corruptos, cambio
climático, guerras, hambre, epidemias, enfermedades, bullying,
maltrato animal, maltrato humano…
Pero, aún así, aunque
aparentemente todo a nuestro alrededor se derrumba, las personas
seguimos adelante.
No podemos pretender
controlarlo todo, porque no está en nuestra mano detener el cambio
climático con un chasquido de dedos, pero sí podemos reciclar y
usar menos los vehículos particulares y más el transporte público
o desplazarnos a pie o en bicicleta.
Aunque esté pasando por una mala racha, yo no puedo desentenderme de
mis obligaciones, no puedo dejarme la universidad, olvidarme de
limpiar la casa y dejar de escribir. Pero sí puedo coger la guitarra
de cuando en cuando o salir a correr por la montaña para
despejarme.
Hace un mes le detectaron
un cáncer al actor español Jorge Lucas, está en tratamiento y se
le ha caído el pelo, pero sigue yendo a teatros, programas de televisión y mostrando su
bonita y amplia sonrisa sin parar en las redes sociales transmitiendo
mensajes de optimismo y fuerza.
Y es que las personas
somos así. Sabemos que no todo es perfecto, que, de hecho,
demasiadas cosas van mal en nuestro día a día. Pero la mayoría de
las veces nosotros no tenemos la culpa. ¿Vamos a intentar
arreglarlo? Sí. ¿Vamos a rendirnos y a compadecernos de nuestra
mala suerte y de esta mala época que asola el mundo en general? No.
Una brisa de verano,
nuestra película favorita, una canción que nos haga cantar a pleno
pulmón, un libro que nos emocione, un niño jugando, tu mascota
esperándote al volver a casa, una comida deliciosa, una comedia
hilarante, un helado de chocolate, un chiste, un abrazo, un trabajo
bien hecho, un concierto, un café, un día soleado… Siempre vamos
a buscar motivos para sonreír. Porque las personas somos así. No
todo va bien, pero eso no quiere decir que todo vaya mal. Siempre,
SIEMPRE, va a haber un motivo por el que sonreír. Además, es gratis
😉