Dicen que la suerte es para quien la encuentra y yo la encontré. La suerte digo. TUVE SUERTE de no tener hermanos que me controlaran cuando era jovencita.
Ya de casada, TUVE SUERTE de no necesitar autorización marital para nada. De haberme casado solo unos meses antes, habría pasado de la tutela de mi padre a la de mi marido.
TUVE SUERTE de aceptar a mi hijo cuando me quedé embarazada sin proponérmelo, pues entonces no estaban legalizados los anticonceptivos y mucho menos los abortos.
También TUVE SUERTE de que mi madre cuidara de la criatura mientras yo trabajaba, pues en mi ciudad no existían guarderías ni jardines de infancia.
Pero ya con cargas familiares, SE ACABÓ MI SUERTE y me quedé sin empleo.
Aunque al quedarme en paro TUVE SUERTE y pude disfrutar más tiempo de mi hijo.
Cuando la criatura creció un poco y se me acabó la prestación económica, me dediqué a buscar un nuevo empleo. Y encontré un anuncio ¡QUÉ SUERTE! —Me dije— ¡lo que a mí me gusta! Decía así el anuncio: “Se necesita vendedor, activo, dinámico, con el servicio militar cumplido”. Respondí al anuncio, pero NO TUVE SUERTE. Querían a un hombre. “¡Pero yo soy activa y dinámica! y ¡he hecho el Servicio Social! además me gusta tratar con la gente” —les dije—pero no querían a una mujer para el puesto “¡Mire! —Dijeron— ¡aquí lo dice bien claro! vendedor, activo, dinámico… “sí, sí ya sé —dije yo— y con el servicio militar cumplido, pero yo creí que les daría lo mismo que fuera el servicio social…pero no les daba lo mismo. No me dieron la oportunidad de demostrar mi valía.
Sin embargo, gracias a ello TUVE LA SUERTE de descubrir la importancia de que las mujeres seamos nombradas. Desde entonces cada vez que alguien dice que en el genérico masculino estamos incluidas las mujeres, le respondo que yo no estoy segura, porque eso depende de la voluntad de quien nombra. Y no solo eso, sino que si las mujeres no somos nombradas, es casi como si no existiéramos, pues solo existe aquello que es nombrado.
Y sobre todo: TUVE LA GRAN SUERTE de que otras mujeres, antecesoras mías lucharan por conseguir todos los derechos que hoy disfrutamos. Han pasado más de cien años desde que se conmemorara el primer Día Internacional de la Mujer. El año 1975 se proclamó como “Año Internacional de la Mujer”, pero todavía sigue siendo necesaria su celebración ¡Hoy, cuarenta y ocho años después, es necesario más que nunca que tomemos el relevo! Porque en la vida no debemos dejar todo en manos de la suerte y si no, pensemos en el tema que vuelve a la palestra: otra vez se cuestiona el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Lo dicho: no dejemos en manos de la suerte el mantenimiento de los derechos conquistados, pues aunque a veces la suerte, el azar o la fortuna nos puede parecer que nos acompaña y nos acompañará siempre, cuando se trata de derechos no tenemos la certeza de que así será.