A finales de 2022, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó los datos nacionales con respecto a las muertes por suicidio. En los mismos se refleja un incremento en el total nacional, siendo 3941 las personas que decidieron poner fin a sus vidas en 2020, frente a las 4003 que lo hicieron en 2021.
Los fallecidos en el tramo de edad de 10 a 19 años fueron un total de 75 personas, en 2021, y las fallecidas en el tramo de edad de 65 años en adelante de 1235.
En nuestra y vuestra Unidad de Conductas Adictivas de Villena siempre hemos acompañado en esta pérdida por diferentes variables. Hoy venimos a hablar de “vida” dentro de esta reflexión desde el suicidio.
Podríamos definir la conducta suicida como “Cierto grado de intención de acabar con la propia vida”. Se establece una ambivalencia entre el vivir-morir. La persona, como bien define S. Critchley (2016), “Quiere vivir”. Lo que realmente desea es “Matar una forma de vivir, no matar la vida”.
Dentro de las explicaciones posibles, o de las teorías que intentan ayudar a comprender la conducta suicida, están la Teoría Interpersonal del Suicidio de Thomas Joiner donde se establecen puntos fundamentales como son:
- La pertenencia frustrada: no tener sensación de pertenecer a ningún grupo, sea familiar social, de amistades. El abandono, la soledad.
- Ser una carga para los otros: dar vueltas a que soy una carga, un estorbo para los demás.
- La capacidad de suicidarme: poder tener al alcance la forma de acabar con mi vida.
Otra explicación posible sería la “Teoría de Los tres pasos “ de Klonsky y May (2015), cuyos fundamentos son:
- La combinación de dolor y desesperanza provoca el deseo suicida.
- Cuando la conexión con los demás y la vida es menor que ese dolor, la ideación se hace más fuerte.
- Un deseo fuerte de acabar con la vida aumenta a intentos de suicidio si la capacidad de suicidio está presente.
Nosotros aplicamos un cambio en esa definición de “dolor», la cual cambiamos por “sufrimiento”. Creemos que esta frase lo resume; “El dolor habla, el sufrimiento calla”.
En este 2023 no podemos perder el sentido y señal que nos trasladan los datos. Uno de los aforismos de Plutarco de Queronea dice: “La muerte de los jóvenes constituye un naufragio. La de los viejos es un atracar en el puerto.”. Son ambas un naufragio cuando dan final al acto de vivir intencionadamente.
Reflexionemos sobre nuestros mayores, y miremos en nuestros espejos. La soledad, la pérdida del sentido de pertenecer a una familia, a familiares, grupo, amigos. El llegar a verte como una carga para los demás, la pérdida de conexión con los otros, para dónde vamos y cómo vamos..
Poco a poco van apareciendo programas de acompañamiento a mayores ante los cambios familiares y sociales que integran nuestra sociedad.¿Por qué no dar forma definitiva a estos programas?..¿Qué nos impide crear estructuras de apoyo basadas en la presencia para que con pequeñas acciones, nuestros mayores no dejen de sentir que siguen siendo esenciales para nosotros?..
Esta pequeña reflexión invita a que no les dejemos solos, a que sientan esa pertenencia, esa conexión con los demás y con la vida. Os dejamos con una frase de Carl Jung, que a todos nos va a venir bien;
“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana”.
Gracias por vuestra atención y os deseamos la mejor navegación en el mar del 2023, donde tendremos como en anteriores singladuras, vientos a favor o fuertes tormentas y donde deberemos capitanear nuestro barco sin dudas ni reservas.