Esta es la historia de Terra y de sus dos cachorritos Pumba y Fina. Hace 10 días nos llegó un aviso de una perra y sus cachorros que estaban refugiados en una rambla a las afueras de Villena. La madre había parido a sus cachorros en una madriguera excavada allí.
Acudimos al día siguiente a valorar la situación y nos encontramos con una perra algo tímida y protectora con sus cinco cachorros huidizos, que ya tenían unos 2,5 meses y corrían con ella hacia el monte. Ese día, pudimos rescatar a uno de los pequeños y empezamos a planificar cómo conseguir sacar de allí al resto de la camada y a la madre, pues la zona estaba cerca de un coto de caza y, además, rondaban otros animales que podían atacarlos.
El primer fin de semana de nuestra actuación, colocamos jaula de rescate y conseguimos sacar otro cachorro de la madriguera. Vimos que iba a ser difícil hacernos con ellos antes de intentar coger a la madre. No podíamos dejarlos sin ella, ya que ella era su única protección. Además, la madriguera, arenosa, empezaba a desmoronarse y la madre y sus pequeños la abandonaron, marchando hacia el monte en busca de otro refugio. Dejamos la jaula desactivada e iniciamos una rutina de alimentación que hemos mantenido toda una semana, con la esperanza de que la madre trajera a los cachorros al punto de comida y agua.
Durante este periodo, nos pudimos enterar de que ella apareció por la zona hace unos 5 meses, probablemente abandonada a su suerte. Allí, ha vivido todo este tiempo y dio a luz a sus bebés a finales de diciembre.
Toda esta semana, sabemos que ella ha bajado a comer en varias ocasiones, pero no traía a los pequeños con ella. Siempre se mantenía en una actitud de alerta, como corresponde a una madre que está protegiendo a sus hijos.
Sin embargo, hace unos 3 días, esta actitud cambió. Empezó a acercarse más a las personas que allí estaban trabajando y a nosotras. Nos ha hecho seguirla por caminos sin llevarnos a ningún lugar en concreto y la conclusión de todas las personas que hemos estado pendientes de su historia estos días es la misma: los pequeños que le quedaron ya no están con ella.
Ya no tenía sentido dejarla más tiempo allí sola pasando hambre, recorriendo kilómetros en busca de agua (ya que, a pesar del punto de alimentación y agua que le dejamos, ella seguía con los hábitos que tenía hasta ahora), llena de pulgas y garrapatas y con el peligro de la zona.
Como ya no tenía nadie que esconder y proteger, nos venía a buscar y nos dejaba acariciarla sin problemas, con lo que hemos ido a por ella con un collar y correa. Se ha venido encantada con nosotras y durmió en un colchón.