‘Los grandes poetas no tienen biografía, tienen destino’. Una nueva entrega de la actividad dedicada a la poesía, en este caso a la del poeta León Felipe. Un trabajo realizado por Pepe Silva en el que participan numerosos amigos de la Casa de Cultura: Pepe Cabanes, Mateo Marco, Ana Valdés, Benjamín Menor, etc… Tendrá lugar el próximo viernes día 15 a partir de las 22.30 horas, en el Café de la Kakv.
León Felipe dijo una vez: «Los grandes poetas no tienen biografía, tienen destino». León Felipe es el nick de Felipe Camino Galicia de la Rosa, nacido en 1884 en Tábara, pueblo de Zamora. Era hijo de un notario y por ello un niño de la buena burguesía. Estudió farmacia y llegó a tener una botica, pero pronto se cansó de la monotonía de las recetas, los jarabes, las aspirinas y los demás remedios y ese hastío le llevó a dejar esa vida y embarcarse en aventuras que le acercaran a sus semejantes.
Y una de sus primeras decisiones fue viajar por España como actor de una compañía ambulante. Más tarde penetrará en el mundo de las prisiones al ser condenado por realizar un desfalco. Su primer gran amor, una chica peruana llamada Irene Lambarri que conoció en Valmaseda (Vizcaya), consigue sosegarlo por un tiempo, pero pronto se separan y León Felipe deja Barcelona y va a Madrid, probablemente ya con la idea de dedicarse a la poesía.
En Madrid emprende una existencia bohemia, de prostíbulos y calle, que le lleva incluso a pasar algunas noches en las antiguas pensiones donde se permite dormir a los menesterosos sentados en un banco y apoyando la cabeza en una soga que sueltan a primera hora de la mañana:
«He dormido en el estiércol de las cuadras, en los bancos municipales, he recostado mi cabeza en la soga de los mendigos y me ha dado limosna -Dios se lo pague- una prostituta callejera…».
De ese tiempo surge su primer libro de poemas, Versos y oraciones de caminante que leyó hacia 1919 en el Ateneo de Madrid. Al poco tiempo inicia sus estancias fuera de España: Primero solicita un empleo en los hospitales de Guinea y se embarca para la isla de Elobey en donde pasa tres años para volver a España por poco tiempo y embarcarse, esta vez, hacia México. Allí se dedica a la enseñanza, actividad que recuerda la de Antonio Machado, al que siempre consideró su maestro. Conoce a Berta Gamboa, profesora también, con quien se casa. El matrimonio pasa a vivir a Norteamérica, donde traduce a Waldo Frank y a Walt Whitman y escribe un largo poema titulado «Drop a star».
Guerra Civil
Al estallar la guerra civil española en 1936 vuelve a su tierra, totalmente identificado con el gobierno republicano y constitucional. Su experiencia es desgarradora. En 1938 huye del bando nacional y se exilia definitivamente en México en donde ha vivido hasta su muerte. A diferencia de otros poetas, a León Felipe no se le ha llegado a reconocer el valor de su obra.
Por un lado, se le sitúa a caballo entre la Generación del 98 y la del 27, sin darle plenas credenciales en ninguna de las dos. Por otro, su origen burgués hizo que algunos lo encasillaran bajo la etiqueta de «señorito de provincias» aunque, como hemos visto, él rechazara desde su juventud tal condición. Su largo exilio republicano en México impidió que los críticos de la España franquista le prestaran atención aunque su obra fue respetada, valorada y querida por sus compañeros de exilio y por la crítica mexicana.