Hoy es esa noche mágica
con la que todos los niños sueñan el resto del año. Hoy el brillo
que desprenderán las luces que adornan las calles en Navidad será
un brillo especial, casi tan luminoso como el de las miradas de los
niños y niñas que esperan impacientes abrir sus regalos. Si reciben
pocos, será porque se han portado mal. Si reciben muchos, será
porque se han portado bien. Eso es lo que siempre se ha dicho. Pero,
¿alguna vez nos hemos planteado cómo influye esto en los niños/as?

Supongamos que un niño
se porta genial durante todo el año pero sus Reyes Magos no tienen
muchos recursos y sólo se encuentra con un par de regalos bajo el
árbol. ¿Qué hará ese niño entonces? ¿Pensará que no ha sido lo
suficientemente bueno? ¿Y qué pensará cuando se entere de que la
niña más caprichosa y egocéntrica de la clase que contesta mal a
todo el mundo (incluidos sus padres) ha recibido cinco veces más
regalos que él? ¿No crearía esta contradicción un choque de
conceptos y un conflicto muy grande en el niño?

Y es que, si estamos
consiguiendo que una noche al año miles de niños alcancen un tope
desmesurado de emoción y otros tantos de desdicha, hay algo que
falla, que no estamos haciendo bien. ¿Quién no está haciendo algo
bien? Todos. Madres, padres, profesores, vecinos, amigos, el kioskero
de la esquina… Pues la sociedad en general hemos conseguido que
esta sea la noche más importante del año para muchos niños por
algo tan frívolo y materialista como los regalos y eso es muy
triste, pues los regalos son solo una parte de la Navidad, no su
objetivo principal.

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Sí, es cierto que los niños tienen derecho a
soñar y tener ilusión y a disfrutar de su propia noche especial al año en la que ellos son los protagonistas. Por eso precisamente los
protagonistas de hoy deberían ser los niños, no los regalos, y es
este matiz lo que la mayoría de nuestros hijos, hermanos y primos
pequeños no han aprendido a distinguir, puede que por nuestra culpa. Hemos de enseñarles que lo importante no es la cantidad de juguetes que reciban, sino las personas con las que van a compartir esos juguetes.

Dicho esto, ¡feliz noche de reyes a todos/as! Y a ver si este año prestamos menos atención a lo que hay dentro de los paquetes y más a las manos que nos lo entregan.

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