He de decir que nunca había pisado la Discoteca Dafnis. Yo vivía en Alicante, y sí que conocí el fenomenal ambiente de Biar, pero siempre fui más de pubs. Poco a poco me fueron contando lo que allí se ‘cocía’ cada fin de semana, y este pasado sábado pude comprobarlo ‘in situ’ en La Cábila.
Desde que vivo en Villena, y ya hace unos cuantos años, nunca, y reitero, nunca, había visto La Cábila como el pasado sábado. Fue una auténtica fiesta. Y es que la gente sabía lo que iba a suceder esa noche. Quizás tenían la última oportunidad de ver en vivo a los ‘pinchadiscos’ originales de la sala de baile por excelencia del Alto Vinalopó. Y así fue.
Apuntar que desde la tarde del sábado, algo sucedía en Villena. En las redes sociales todo eran mensajes como este: «Preparándonos para cenar y después ir a La Cábila». O «que ganas de que llegue las doce de la noche». Ni que decir tiene que los restaurantes de la ciudad notaron esa afluencia de personas que no sólo asistieron de Villena. Había gente de Biar, como era de esperar, a pesar de que se estaba celebrando la Fireta d’Estiu, Caudete, Yecla, Beneixama, Elda…
Se iba acercando la hora. No exagero si digo que sobre las nueve de la noche pasé por los alrededores de La Cábila y había gente esperando a que llegara la media noche para poder adquirir una de las 200 entradas que se pusieron de venta en taquilla. El resto se agotó en la venta anticipada. Pero, ¿qué se iba a encontrar la gente que asistiera a dicha fiesta? Pues una recreación de lo que fue la Dafnis en su época, con sus DJs residentes, Lillo y Philip; y tres ilustres invitados: Paco Serrá, DJ Iván y DJ Camañes. Además, el reto era complicado, ya que se iba a pinchar en vinilo. Pero se cumplió con sobresaliente alto.
Minutos después de las doce de la noche, La Cábila abrió sus puertas, y una enorme marea de gente inundó los alrededores de la puerta de acceso y de la taquilla. Ni que decir tiene que las 200 entradas se agotaron en, como diría un buen valenciano, «un tres y no res». Fuera ya se escuchaba la música, con Iván, Paco Serra y Camañes al alimón. Poco a poco La Cábila fue llenándose de gente con ganas de escuchar aquellas canciones de los 80 y 90.
Pero antes de viajar en el tiempo musical, se pudo presenciar la recreación del famoso «horno», o comerte unas ricas hamburguesas del «Carpanta». La noche prometía. Al principio el calor era sofocante, pero una brisa quiso que la gente pudiera respirar y coger fuerzas después de mover el esqueleto al son de los ritmos de DJ Iván, DJ Paco Serra y DJ Camañes.
A la entrada de La Cábila, estaba el photocall de Ágora Habla, organizadora junto a la sala de este inolvidable espectáculo. Fueron cientos de personas los que quisieron inmortalizar ese instante con una fotografía de José Lillo. Y es que Ágora Habla no podía faltar en una fiesta de este calibre. ¿Verdad?
Y llegó el momento soñado. El primero en saltar al escenario fue DJ Lillo. La presentación fue espectacular. Escogió la canción perfecta para el momento perfecto: The Final Countdown, de Europe, con llamaradas de fuego incluidas. ¡Fue alucinante! Poco a poco fue calentado al respetable que colgó el cartel de «no hay billetes» en La Cábila. Se escuchó y se bailó de todo. En español, en inglés… «Mescalina», «Mil calles llevan hacia ti», «Queen»…
Pero también hubo tiempo de acordarse de los que ya no están. Y fue DJ Lillo el que se emocionó al nombrar y dedicar una canción. Se nos puso la carne de gallina, y rápidamente sus compañeros de cabina fueron a darle un abrazo.
El tiempo fue pasando, la gente estaba entregada y comenzó a correr la brisa, que todo sea dicho, se agradeció. Fue el turno de DJ Philip. Un pequeño problema le impidió realizar la actuación con un micrófono especial, para, de esta manera, poder animar al público a la vez que pinchaba.
La gente estaba entregada, y comenzó a hacernos viajar en el tiempo, con ritmos dance y house de la epoca de los 80 y 90. No faltó la música en español de los grupos más punteros de aquellos memorables años. Pero uno de los momentos de la noche fue cuando sonó «Memories». La Cábila se vino abajo, y la zona de los DJs se convirtió en una verdadera fiesta.
Ya no sólo disfrutó el público que abarrotó la sala, sino los propios DJs, que estaban acompañados de sus parejas, algo que en aquellos tiempos pasados era impensable. Ellas también pudieron disfrutar, ya que fueron muchas de ellas las que animaron a estos virtuosos de la mezcla a regalar a Villena una noche como esa.
El balance fue positivo no, lo siguiente. Sobre las siete de la mañana se puso punto y final a una noche inolvidable para muchos de los que estuvimos allí. Pero, ¿habrá una segunda vez? Pues probablemente que sí, sobre todo destinada a toda esa gente que no pudo asistir al haberse agotado las entradas.
Gracias a toda la organización por hacernos revivir una época dorada, y gracias a todos los participantes por hacer esa noche una noche inolvidable. Y, ¿nos vemos al año que viene? «Chi lo sa». Salud.