Hasta
hace 4 días, no parábamos de leer y escuchar, que lo más justo y
democrático era que gobernara la lista más votada. Lo demás era un
“pacto de perdedores”, tripartitos o “gobiernos Frankenstein”.
Que
el objetivo de echar al presidente del partido más corrupto de la
democracia, Mariano Rajoy, no era democrático. Que un gobierno no
podía apoyarse en partidos anticonstitucionalistas …
Todos
sus medios de comunicación afines, es decir, la mayoría, apoyaban
estos argumentos con elaboradas editoriales, sus palmeros eran los
encargados de amplificarlas y, a fuerza de repetirlos, mucha gente se
los creía. ¡Elecciones Ya!
Hasta
que el PP eligió a su presidente. Ese fue su punto de inflexión.
Esos principios ya no le convenían, pues tendría que admitir que
había salido elegido un presidente perdedor, gracias al pacto con
otra perdedora, Dolores de Cospedal.
Y,
con los resultados de las elecciones andaluzas, ya el cambio ha sido
radical. Ya no se publican editoriales defendiendo que gobierne la
lista más votada (PSOE). Ya es legítimo unirse con el único
objetivo de echar a la presidente anterior, Susana Díaz. Ya no hay
líneas rojas con partidos no constitucionalistas (VOX) ( Art.
2: … la Constitución reconoce y garantiza el derecho a la
autonomía de las nacionalidades y regiones…).
Ya
están elaborando sus argumentos para defender sus nuevos principios,
para que sus medios de comunicación los amplifiquen y los repitan
sin descanso, para que sus simpatizantes los asuman y los defiendan
como si fueran, de nuevo, incontestables.
Es
una pena pero, mientras haya personas que justifiquen que la Derecha
robe “porque hace cosas”, “por nuestro bien” y “porque así
no roban otros”, qué más da que su único principio inmutable sea
el de la Libertad Económica. Libertad para pagar sueldos que
esclavizan, Libertad para cargarse el medio ambiente. En definitiva,
una Libertad que justifique las desigualdades sociales entre los que
ostentan el poder económico y los que no lo tienen.