Son varias las historias de fenomenología paranormal que sucedieron en
nuestra localidad entre las décadas de los 80/90 del pasado siglo.
Anteriormente vimos por ejemplo lo que sucedió en la desaparecida Casa de las Fuentes, donde una entidad encapuchada aterrorizó a un grupo de jóvenes. O también «la mano caminante de las cruces», donde una niña sufrió pesadillas con dicha mano diabólica.
La siguiente leyenda urbana sucedió en los años 90, la casa estaba
situada cerca del barrio San Francisco de Villena, la visitaban
asiduamente varios curiosos por lo que allí se comentaba. Presencias,
olores desagradables, las puertas y ventanas se abrían y cerraban, voces
que no se sabían de donde procedían y un largo etcétera dentro de la
casuística paranormal.
El espejo, la biblia y el crucifijo
Los primeros curiosos que visitaban la estancia al poco de ser
abandonada les impactaba el gran espejo que había en el salón, era tan
grande como una de las paredes. Al mirar más detenidamente habían
huellas de manos, eran unas huellas de niño como queriendo hacer algún
tipo de dibujo con sus manos.
Otros comentan que en una de las mesas había una biblia manchada de
sangre y entre las hojas se encontraban caracteres extraños con símbolos
y dibujos demoníacos.
En una de las habitaciones había un crucifijo, varios testigos
presenciaron como se daba la vuelta, otros dicen que no lo veían moverse
al instante, sino que al entrar y salir de la estancia el crucifijo se
giraba, como una especia de burla para los visitantes.
La aparición
Al pasar los años poco a poco la casa se iba quedando en ruinas y ya
iban quedando menos objetos dentro de la misma, pero una gran parte de
aquel espejo se conservaba, era curioso lo impoluto y brillante que
estaba, es como si alguien se dedicara a limpiarlo todos los días.
Hay varios testigos de la aparición de «la monja» como es el caso de la siguiente leyenda urbana.
la casa de la monja, ya que desde hace unos años se comentaban que
sucedían sucesos paranormales, en principio lo vieron como un juego,
algo para divertirse, pero lo que no sabían que esa noche la iban a
recordar durante mucho tiempo.
Llegaron al lugar con linternas en mano, había todavía una tenue luz en
el cielo, entre risas entraron por la puerta, nada más entrar notaron un
fuerte olor como a huevos podridos.
Los insectos estaban revoloteando en todo el lugar, se escuchó un fuerte
ruido en una de las habitaciones y las risas de los chicos se tornaron
en muecas de terror, a pesar de ello fueron a mirar el que podía haber
sido aquello, llegaron a la estancia del espejo, sentían que allí el
ambiente era más frío a pesar de que era una noche bastante calurosa,
llegando al punto de condensar sus alientos en vapor.
Se escuchaban golpes, eran las pocas puertas y ventanas que quedaban,
como si una música tétrica se tratase, cada vez golpeaban más rápido
hasta el momento que pararon de golpe y el ambiente cada vez era más
gélido.
Uno de los chicos observó algo moviéndose en el espejo, llamó a
los otros dos y no podían creer lo que estaban viendo, se podía ver como
algún tipo de juego de luces esféricas, era como si fuera algún tipo de
dimensión paralela dentro del cristal, al dejar de emitir aquellas
luces apareció una entidad con aspecto de monja, portaba un candelabro
en la mano y con una voz rasgada gritó: «¡Fuera, fuera de aquí».
Los chicos salieron corriendo de la casa alarmando a todo el vecindario,
la mayoría nos les creyeron, tuvieron pesadillas con esa monja durante
bastante tiempo.
Una abuela de uno de los chicos les comentó que en ese lugar había una
pequeña ermita hace muchos años y que lo único que se conservó fue aquel
espejo donde tuvo lugar la aparición.