Escuchando una exposición de la Dra. Gabriela Cruz Ares, Médica Cirujana Especialista en Psiquiatría sobre “Infancia y Tauromaquia”, es muy difícil quedarse impasible ante la información que expone y argumenta.
Todas estamos de acuerdo que los niños, niñas y adolescentes son una población vulnerable y dependen de la toma de sus decisiones de sus padres y madres y carecen de recursos propios o adecuados para alejarse o negarse a participar en actividades que no desean y les cuesta expresar o externalizar sus experiencias.

También es de sobra sabido que en la adolescencia, el cerebro está cambiando y en desarrollo, sobre todo las partes que controlan las emociones, el comportamiento emocional y las respuestas ante acontecimientos externos.
Es justo en la infancia cuando la personalidad se forma en función del desarrollo del individuo a partir de los acontecimientos ambientales, biológicos y sociales. La infancia es un papel en blanco en donde se empieza a dibujar y definir la personalidad.

Y es en esta etapa, en la que la exposición a la violencia juega un papel fundamental, ya sea en calidad de participe o de testigo y está vinculada a un mayor riesgo de manifestar síntomas de traumas psicológicos, trastornos del desarrollo psico-social y problemas del comportamiento.
La asistencia de niños, niñas o adolescentes a las corridas de toros, es exponerles a escenas espeluznantes o incluso a ver la muerte violenta de humanos. Estas situaciones pueden crear trastornos afectivos de ansiedad y estrés postraumático. Ésto, puede incrementarse si además existe un referente cercano que manifiesta entusiasmo por las escenas violentas y el impacto nocivo sobre el menor es mucho mayor. Ser testigos de escenas de agresiones hacia animales (e incluso humanos) favorece la normalización de la violencia y adquisición de actitudes que apoyan la agresión, la aparición de problemas y déficit de empatía y la insensibilización ante la violencia ejercida sobre los demás.

¿Que significa todo ésto? Pues que existe una evidente y demostrada relación entre el maltrato animal y la violencia interpersonal y otras conductas delictivas y se agrava cuando esta exposición al maltrato animal sucede en la niñez y adolescencia provocando en esta etapa problemas conductuales y delincuencia juvenil, con riesgo de, ya en etapa adulta, se inicie la violencia interpersonal.

Ante esta situación y después de estudios concluyentes en la que la violencia en la infancia produce alteraciones neurológicas que determinan su personalidad, el estado de los afectos y el desarrollo personal a lo largo de su vida, el Comité de los Derechos del Niño de las Organización de las Naciones Unidas (ONU) solicitó a España y otros países en el año 2018 que aparten a los menores de la violencia de la tauromaquia, se les proteja, que no se les permita asistir a estos eventos. España y Villena como ciudad, han ratificado la Convención de los Derechos del Niño, de forma que estaríamos obligados a aplicar las medidas necesarias, a respetar el derecho de los menores a vivir libres de violencia y protegerles sobre cualquiera otros derechos o intereses

En Villena, desde el año 2017 se ha trabajado por constituir el Consejo Local de Infancia y Adolescencia y finalmente reconocida por Unicef como “Ciudad Amiga de la Infancia”. Sin embargo, en este sentido, no se está llevando a cabo el compromiso realizado de desarrollar políticas públicas que les proteja de la violencia o establecer mecanismos de escucha sobre su opinión en torno a la violencia hacia los animales y su exposición.

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

En la Comunidad Valenciana en el año 2018 se aprobó la Ley 26/2018, de 21 de diciembre, de derechos y garantías de la infancia y la adolescencia y se incluyó un (Art 72.1) para acoger la recomendación del Comité de Derechos del Niño en el que pedía que el Estado prohibiese la participación de los niños menores de 18 años como toreros y como público en espectáculos de tauromaquia.

Sumamos a todo lo descrito, que el 7 de Septiembre, en nuestra ciudad, y con motivo de las fiestas de Moros y Cristianos, se celebra el gran desfile de la “Esperanza”, en la que niños y niñas de todas

las comparsas desfilan mostrando precisamente su ilusión, fuerza, y vitalidad y sobre todo, el amor por unas fiestas donde brilla la tolerancia, la solidaridad, la comunidad y la felicidad. Sin embargo, ese día, en ese mismo instante en el que desfilan nuestros hijos e hijas, a pocos metros se estarán torturando hasta la muerte a 6 animales indefensos, manchando nuestras fiestas de dolor, sufrimiento, tortura, dolor y violencia.

Pedimos unas fiestas libres de maltrato pero sobre todo que se libre a los niños y niñas de ser espectadores de este espectáculo tan cruento.

Súmate a la concentración el día 7 de Septiembre a las 4 de la tarde para pedir unas fiestas libres de maltrato y que se proteja a la infancia y adolescencia de la exposición a la violencia.

Promedio 0 / 5. Votos: 0