Un grupo de alumnos de Villena, Paula Albert de Haro, Carolina Mena Díaz, Álvaro Navalón Rodríguez y Mateo Gandía Barceló, han finalizado el trabajo sobre ‘El habla de Villena como confluencia de dialectos’. Mateo, uno de sus autores, apunta que «aunque en la encuesta participaron casi 1.200 villeneros, lo cual nos sorprendió muy gratamente, y a los cuales estamos muy agradecidos, el trabajo final ha sido realizado sobre 90 encuestas por normas de la asignatura».
Es un trabajo amplio, de 56 páginas, y en la parte de conclusiones, viene a decir lo siguiente:
El habla de Villena pertenece a la variante murciana del castellano
meridional y presenta un componente aragonés importante. Las influencias que
ha recibido el habla de Villena pueden ser divididas en dos grandes grupos: la
aragonesa y catalana por un lado (durante la Edad Media y la Edad Moderna),
que podemos apreciar sobre todo en el léxico y la morfología. Por otro lado,
también ha influido el habla de Andalucía, ya en los siglos XIX y XX, afectando en
la fonética mayormente.
Debido al constante vaivén entre reinos el habla de Villena se ha
formado a partir de los dialectos citados en el párrafo anterior, como podemos
apreciar con claridad en las encuestas que hemos realizado.
En lo referente a los aragonesismos, su mayor influencia se ha producido
en el plano fonético, ya que ha quedado claro que uno de los fenómenos más
extendidos entre la población es la desaparición de la dental sonora
intervocálica, principalmente en el participio, como apreciamos en la
elección mayoritaria de la opción: «¿Quién ha venío?» sobre: «¿Quién ha
venido?» (pregunta 12 de la encuesta).
También es destacable el uso continuado y frecuente del sufijo
diminutivo -ico, usual del aragonés, como hemos visto en la elección casi
general del término bonico por encima de bonito.
En el caso de los murcianismos, el rasgo más importante es la aspiración
de las consonantes implosivas, sin importar edad o sexo, ya que ha quedado
patente que la gran mayoría de personas encuestadas, en todos y cada uno de
los grupos diferenciados, realizan estas consonantes como, como
observamos en la forma de pronunciar los términos Carlos (pregunta 13),
vámonos (pregunta 14), subscribir, inscribir, adscribir, exponente (pregunta 15)
o muslo (pregunta 16).
Por otro lado, en cuanto a los valencianismos, destaca lo que afecta a la
morfosintaxis, como podemos observar en «Voy a ca mi amigo» (pregunta 19) o
«El Juan ha llamado» (pregunta 21).
En el plano léxico es donde observamos una mayor confluencia de los
distintos dialectos que han influido al habla villenense. La influencia valenciana
ha quedado patente en el empleo mayoritario del término bajoca (pregunta
dos) o del término alábega (procedente del valenciano alfàbega). La influencia
murciana ha quedado probada en el uso mayoritario de perigallo (pregunta
tres) o acho (pregunta diez). En cuanto al dialecto manchego, su influencia se
manifiesta en el uso de los términos colfas (pregunta cuatro) y gobanilla
(pregunta uno). Finalmente, también influye en el plano léxico el dialecto
aragonés, como se puede observar en el empleo del término alcaciles (pregunta
once).
Hipótesis planteadas
Una vez realizadas las encuestas y el estudio de los resultados de las
mismas, procedemos a comprobar si las hipótesis plantadas al comienzo del
trabajo han sido corroboradas o desmentidas. En primer lugar, la influencia de
los dialectos aragonés, valenciano, manchego y murciano ha quedado
demostrada. No obstante, si nosotros considerábamos que cada dialecto había
influido en un plano de la lengua, lo cierto es que hemos comprobado que la
influencia de los cuatro dialectos que han confluido en Villena a lo largo de su
historia se ha producido en todos los planos lingüísticos.
En segundo lugar, nuestro pensamiento de que los grupos de edad más
avanzada conservan más los rasgos característicos del habla villenera ha
quedado demostrado, puesto que en todas las preguntas realizadas, el grupo de
46 años o más ha optado mayoritariamente por las opciones del villenero,
mientras que algunos de los encuestados de menor edad en algunas preguntas
han optado por opciones propias del castellano estándar y no del villenero.