Uno
de los elementos más característicos y representativos de nuestra Comarca son
las Fiestas de Moros y Cristianos. Éstas encuentran su razón de ser en los
acontecimientos históricos que tuvieron lugar en la Península Ibérica durante
la Edad Media como consecuencia de la llegada a la misma de población musulmana
procedente del Norte de África en el 711 d.C. En esta fecha, cuando los árabes
llegaron a la Península, se encontraron con Los Visigodos. Un pueblo que dominaba este territorio desde el
siglo V d.C., cuando el Emperador Romano Honorio les solicitó ayuda para acabar
con las poblaciones de origen germánico de suevos, vándalos y alanos que habían
llegado a la Península en busca de fértiles tierras y que teóricamente
molestaban a la población que todavía estaba bajo control de un cada vez más
debilitado Imperio Romano.
Cuando
los Visigodos vencieron a suevos, vándalos y alanos, firmaron un tratado con
Roma por el que se establecerían en La Galia, para alejarlos así de la
Península Ibérica. Donde permanecieron hasta que el Rey Franco Clodoveo los
expulsó de sus fronteras y volvieron para quedarse, creando un gran reino que
abarcaba toda la Península y cuya capital se situó en Toledo, hasta que fueron
derrotados por los árabes en la batalla de Guadalete en el año 711.
En
este contexto aparece el nombre de Teodomiro,
noble visigodo, que tras la derrota de Guadalete se retiró a sus tierras, la
región de Tudmir, en el Sureste
Peninsular para defenderlas del avance musulmán. Villena, tal y como veremos a
continuación y según el análisis de las fuentes medievales pertenecía a este
territorio.
Finalmente
Teodomiro consiguió de los musulmanes un pacto gracias al cual, tanto éste como
sus gentes mantuvieron sus bienes. Este tratado, conocido como el Pacto de
Teodomiro sirve de base histórica para la representación de la embajada del día 6 de septiembre de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena,
al aparecer ésta citada en dicho tratado.
Como
curiosidad, indicar que las fuentes musulmanas narran que para defender la
ciudad de Orihuela del ataque musulmán, Teodomiro, que contaba con un reducido
número de guerreros, mandó a las mujeres de la ciudad que dejasen sueltos sus
cabellos, las armó y las situó sobre las murallas de la ciudad, detrás de la
línea de hombres, con la finalidad de aparentar mayor resistencia ante un
posible ataque de la ciudad. Éste aspecto fue clave a la hora de conseguir una
negociación ventajosa con los árabes que creyeron que se enfrentaban a un
ejército mucho mayor.
Son
diversas las versiones que se han publicado sobre el Pacto de Teodomiro, pero
en esencia éste viene a decir lo siguiente:
En el Nombre
de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Edicto de ‘Abd al-‘Aziz ibn
Musa ibn Nusair a Tudmir ibn Abdush (Teodomiro, hijo de los godos). Este último
obtiene la paz y recibe la promesa, bajo la garantía de Dios y su profeta, de
que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán
muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no
se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no serán
quemadas ni desposeídas de los objetos de culto que hay en ellas; todo ello
mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos. Se le concede la paz con
la entrega de las siguientes ciudades: Uryula (Orihuela), Baltana, Laqant
(Alicante), Mula, Villena, Lurqa
(Lorca) y Ello. Además, no debe dar asilo a nadie que huya de nosotros o sea
nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que huya de nosotros o sea nuestro
enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra amnistía; ni ocultar
ninguna información sobre nuestros enemigos que pueda llegar a su conocimiento.
Él y sus súbditos pagarán un tributo anual, cada persona, de un dinar en
metálico, cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de uva y vinagre, dos de miel
y la Hégira
(713). Como testigos, ‘Uthman ibn Abi ‘Abda, Habib ibn Abi ‘Ubaida, Idrís ibn
Maisara y Abu l-Qasim al-Mazali.
Jesús Manuel Flor Francés
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