El Partido nazi alemán consiguió el Poder entrando en el juego democrático y negociando con distintos partidos políticos de derecha; poco tiempo después, dinamitó desde dentro la democracia alemana ilegalizando todos los partidos políticos, incluidos sus iniciales aliados.
Me duele España, mi país. Y me duele porque se le acercan negros nubarrones que, por donde pasan, ya están diseminando odio, venganza y mucho dolor.
Uno de los motivos del éxito popular nazi fue aprovechar un momento de profunda crisis económica y social en Alemania para ganar votos con mensajes que apelaban la irracionalidad humana mediante espectaculares escenografías compuestas por ordenados desfiles militares y banderas ondeando al viento.
Me gusta ver la bandera española sabiendo que arropa a todo el mundo: gente rica y gente económicamente desfavorecida, así como a personas de cualquier tendencia religiosa, sexual y cultural.
El nazismo alemán, antes de la toma del Poder, ya hablaba de odio social, denunciando dos tipos de ciudadanía alemana; la segunda -decía- ensuciaba la patria y debía desaparecer.
No suelo olvidar el pasaje del Evangelio de San Juan 15, 12-17: este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Un precioso punto de partida para construir una España poderosa.
El nazismo no tuvo en cuenta los deseos de cada individuo alemán; la vida humana tenía valor solo si era útil al Estado y para ello, había que mostrar un alto grado de sumisión, obediencia y lealtad al mismo. Hubo mucha gente que, votando al Partido nazi, vendió su libertad por una -supuesta- seguridad.
Doy gracias infinitas a quienes elaboraron los derechos recogidos en la Constitución de 1978 y a la ciudadanía española que la aprobó el 6 de diciembre de ese año. En ella quedan asegurados, entre otros, derechos como la intimidad personal y familiar, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de expresión e imprenta, asociación, participación en los asuntos públicos, la libre sindicación, la educación, la salud, la tutela efectiva de jueces y tribunales para ejercer los derechos reconocidos.
El nazismo inicialmente era un partido con ideas socialistas pero gran parte de la burguesía alemana, poco democrática, lo financió en sus primeros años y recibió enormes compensaciones económicas cuando el Partido nazi obtuvo el Poder.
La Constitución de 1978, en su artículo 31, deja muy claro que todo el mundo contribuirá, según sus posibilidades económicas, al mantenimiento de las inversiones públicas para el bienestar de la ciudadanía española.
Acabar con el nazismo provocó la Segunda Guerra Mundial y la muerte de millones de personas en los dos bandos.
El próximo 23 de julio la convocatoria a las urnas no se hará para elegir, entre diversas opciones políticas, quiénes van a gobernar el país. Se votará por la democracia o por su erradicación en España.