Increíble. Para quitarse el sombrero. La delegación española que ha participado en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro ha logrado 17 medallas (siete oros, cuatro platas y seis bronces); de las cuales 9 han ido a parar a deportistas femeninas, bien en solitario o en conjunto. Han obtenido más preseas de oro que los hombres, lo que dice mucho de la inclusión deportiva de la mujer.

No obstante, y lamentablemente, muchas de las que se han colgado el metal del cuello, volverán al anonimato periodístico hasta una nueva cita ‘televisiva’, bien sea en campeonatos de España, Europeos o Mundiales. Dice el refrán que «sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena», y este dicho, llevado al deporte femenino, es una realidad, a pesar de los pesares.

Las mujeres desarrollan el mismo interés por los deportes que los hombres, al igual que en otras tantas actividades y profesiones, sin embargo, (y los números son claros), aún no practican deporte en el ámbito competitivo como competencia tanto como sus congéneres masculinos y por su parte, la psicología asegura que se debe a la diferencia que tienen las mujeres respecto al significado de la búsqueda del éxito y del rendimiento. Las mujeres tienden a lograr el éxito sobre la base del dominio y mejoramiento personal. En tanto los hombres buscan el resultado frente al oponente.

Pero hay que ser realistas. Después de Río, muchas de estas mujeres, hayan o no obtenido medalla, regresarán a sus competiciones. Muchas de ellas deberán de emigrar para poder seguir haciendo lo que les gusta. Es el caso de las «guerreras» de balonmano, que a pesar de no haber subido al podio, muchas de ellas militan en clubes europeos ya que la competición nacional está devaluada.

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El deporte es sinónimo de una preparación, un entrenamiento a fin de poder llegar a una determinada competencia con una ganancia física, técnica y táctica, que ayude a llegar al máximo rendimiento. Y en este aspecto, entrenan el mismo número de horas hombres y mujeres; algo menos me atrevería a decir de las féminas. Sin embargo, ahí están sus resultados.

Pero es que dentro del deporte femenino, también existe discriminación a la disciplina elegida. No es lo mismo la medalla de Mireia Belmonte (natación) que la de Maialen Chourraut (piragüismo, slalon K1). Periodísticamente ‘vende’ más el triunfo de la primera que el de la segunda. Y eso también sucede con los hombres. No es lo mismo una presea de oro de Rafa Nadal que la del piragüista Marcus Walz.

Hombres y mujeres compiten separados en casi todos los deportes. Debe ser así, dicen los expertos, por las distintas capacidades físicas, lo que incluso determina sus entrenamientos. Pero los números indican que la brecha ya no es tan grande y que en disciplinas donde compiten juntos, las damas consiguen, incluso, triunfos olímpicos, como hemos podido apreciar hasta ayer noche.

Las diferencias deportivas entre hombres y mujeres son grandes porque las discrepancias fisiológicas entre ambos sexos son igualmente magnas. Ojalá a partir de hoy, se valore más a la mujer; y que las portadas de los periódicos deportivos sigan estando dedicadas a las Belmonte, Beitia, Chourraut, Marín, Eva Calvo, Lydia Valentín, gimnasia rítmica, baloncesto, y muchas más que no han logrado ese minuto de gloria en un telediario. Y como bien cantaba Coz, ahora y por siempre, «las chicas son guerreras». Salud.

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