El pasado
lunes, 9 de mayo, se cumplió el 66º aniversario de la Declaración
Schuman. La declaración recogía la necesidad de la reconstrucción
de una Europa unida, tras la pesadilla de la II Guerra Mundial. Desde
aquel momento comenzó un proceso de construcción de una estructura
institucional que si bien se revestía de progreso y futuro, contenía
una clara esencia, la detracción de derechos de la población de los
distintos pueblos de Europa a favor de las oligarquías.
La UE se ha
convertido en una herramienta de imposición, a través de la ley, de
los intereses de las oligarquías económicas y políticas. En la
última década, sobretodo en la Zona Euro, la presión sobre los
Estados y la ciudadanía de la UE ha crecido. Diferentes tratados y
normativas han sido aplicados lo que se ha traducido en numerosos
planes de ajuste de multitud de países, entre los que se encuentra
España. El dominio de la UE sobre los intereses de la mayoría
social es tal, que ha llegado a modificar el nivel jurídico más
alto, es decir, las constituciones de los Estados.
El OPNI
(objeto político no identificado) de la UE ha creado a su vez una
estructura de desigualdad entre los Estados miembro y fomenta la
desigualdad entre clases sociales. El sistema Euro agrava más las
consecuencias de la crisis global que sufrimos desde 2008, las
soluciones a los problemas derivados de la constricción
presupuestaria y el déficit, han sido medidas encaminadas a
endurecer más estas condiciones, olvidando por completo las
diferencias existentes de modelos fiscales y productivos entre los
miembros de la UE.
Los recortes,
planes de ajuste y restricción de derechos y libertades, están
produciendo una desafección de la ciudadanía. La prueba la tenemos
en los Eurobarómetros realizados en los últimos 6 años en los que
se visualiza la pérdida de apoyo de la “Europa de los mercados”.
En la
actualidad, el mito clásico del Rapto de Europa se ha producido a
través de complejas operaciones institucionales y financieras, pues
la soberanía popular ha sido secuestrada, en esta ocasión, por el
“Dios Mercado”. O sino, ¿cómo puede entenderse que la UE esté
negociando en secreto tres tratados de libre comercio y capitales con
EEUU? El TTIP, TISA y CETA suponen, por la forma en que se están
elaborando y por el escaso contenido que se ha filtrado, un pacto
entre las oligarquías de EEUU y la UE para saquear derechos y
libertades y para mercadear con las necesidades de la mayoría
social.
Como
pueblo necesitamos dar una respuesta y construir un proyecto de unión
de Europa alternativo, que armonice los diferentes modelos sociales y
económicos de los países del viejo continente con el objetivo de
mejorar la vida de la mayoría social, y de manera urgente de la
clase trabajadora. En este sentido desde Izquierda Unida trabajamos
en la iniciativa del proyecto Plan B Europa, que pretende construir
una Europa democrática.