¿Qué sucedió entre el 1200 y el 800 antes de Cristo? Investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio (INAPH) de la Universidad de Alicante van a intentar rellenar los huecos existentes entre el 1200 y el 800 antes de Cristo.
El yacimiento de Cabezo Redondo de Villena es uno de los pocos que posee muestras de la Edad de Bronce y que ha podido aportarlas para validar el estudio internacional The genomic history of the Iberian Peninsula over the past 8000 years, publicado en la revista Science el pasado 15 de marzo, en el que se analiza la evolución genética de las poblaciones de la península Ibérica en los últimos 8.000 años.
El proyecto de investigación de este yacimiento, dirigido por los profesores Mauro Hernández, Gabriel García Atiénzar y Virginia Barciela, miembros del INAPH, ha participado aportando tres de las 271 muestras de los genomas analizados de individuos procedentes de yacimientos de la península con diferentes cronologías. El resultado es la elaboración de un mapa genético de la península. Los datos aportados por varios enterramientos del yacimiento de Cabezo Redondo han permitido caracterizar genéticamente a las poblaciones de la Edad del Bronce (2200-1200 a.C.), evidenciando la sustitución de las élites y la aparición de un nuevo grupo poblacional de origen estepario (sur de Rusia y Ucrania) que se asentó en la península en los momentos iniciales de este periodo y que consiguió perpetuarse en el poder durante siglos.
Las muestras de Cabezo Redondo analizadas en este estudio, corresponden a tres varones, cuyo cromosoma Y se ajusta con el del haplogrupo R1b y que murieron entre el 1700 y el 1600 antes de Cristo, fueron enterrados en el interior de diferentes viviendas del poblado, ritual reservado a las personas de más alto rango. Además, como parte de sus ajuares funerarios, fueron documentadas pequeñas joyas de oro y plata acordes con este estatus.
La constatación de la llegada de grupos descendientes de pastores de las estepas de Europa del Este, la llamada cultura de Yamna, hace entre 4.000 y 4.500 años se asocia a la expansión Campaniforme en la península Ibérica, período caracterizado por la aparición de las primeras armas de cobre y de vasijas cerámicas decoradas empleadas en diferentes rituales sociales asociados a élites. Los resultados genéticos muestran cómo, de forma progresiva y durante una etapa que pudo durar unos cuatrocientos años, los linajes del cromosoma Y, exclusivamente de individuos masculinos, presentes en la península Ibérica hasta la Edad del Cobre fueron sustituidos por un nuevo linaje, el R1b, de ascendencia esteparia. Este dato no debe entenderse como una migración masiva o una sustitución violenta de las poblaciones locales, sino como un proceso acontecido a lo largo de varias generaciones, durante el cual estas poblaciones esteparias consiguieron consolidarse en el poder.
Sobre el año 2400 antes de Cristo llegan y se produce una sustitución de estos por las élites locales. Estos nuevos pobladores engendran con mujeres locales. El resultado es que seiscientos años después las élites locales son sus herederos genéticos. Este dato se confirma en las sepulturas, muchas de ellas vinculadas a las élites, documentadas durante la etapa siguiente, la Edad del Bronce, en las que se observa la pervivencia de este linaje. De ahí que los investigadores de la UA hayan podido aportar las tres muestras para el análisis del ADN al estudio internacional. García Atiénzar aclara que, la llegada de este grupo poblacional a la península Ibérica se pudo deber a que “en la Estepa en ese momento había un cambio climático que tendía hacía mayor sequedad y, probablemente, buscaban nuevas tierras porque eran agricultores y pastores”.
El macroestudio ha sido coliderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) y la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y parte del análisis de los genomas de 271 individuos procedentes de yacimientos de la península con diferentes cronologías, posteriormente contrastados con los datos de otros 1.107 restos antiguos y de 2.862 modernos recogidos en estudios previos.
La pervivencia del linaje estepario durante tantas generaciones debe explicarse por un contexto de fuerte estratificación social, en el cual las élites se convirtieron no solo en los líderes sociales y políticos, sino también en los linajes genéticamente predominantes, aclara el investigador Gabriel García Atiénzar. El mismo especifica que “es importante tener en cuenta que el registro arqueológico, especialmente el funerario, no siempre es representativo de la totalidad de la población de los grupos del pasado. En este sentido, en Cabezo Redondo, un poblado ocupado desde el 2000 hasta el 1250 antes de Cristo y que, en su momento de máximo esplendor pudo llegar a estar habitado por más más de doscientas personas, solo se han encontrado restos de sesenta individuos”.
El investigador detalla cómo a día de hoy continúa siendo una incógnita dónde y cómo fue enterrada el resto de la población, “posiblemente heredera de los linajes preexistentes en estas tierras antes de la llegada de las élites del centro de Europa”. Recuerda que “hay mujeres y hombres locales que no tienen derecho a enterrarse; son las élites las que tienen el derecho a enterrarse en Cabezo Redondo”. De ahí que los investigadores de la UA no saben dónde están. Como recuerdan los directores de la excavación “Los datos genéticos no revelarán, por sí solos, toda la historia de los grupos humanos que han pasado por nuestras tierras. Para comprender los cambios sufridos a lo largo de la historia resulta esencial conjugarlos con todos los matices y riqueza que puedan ofrecer los derivados de la investigación del registro arqueológico”.