Los vampiros existen tanto jóvenes como mayores, hay vampiros de nacimiento, otros que fueron mordidos, aunque poco sabemos de ellos. Tan solo que muerden succionando a sus víctimas y se esconden entre las sombras. Pero, ¿qué es de ellos con tantos siglos a sus espaldas?

En la siguiente historia veremos la vivencia personal de uno de ellos, desde que fue mordido hasta el día de hoy, pasando por hechos históricos, todo visto desde el punto de vista del propio vampiro a modo de crónica.

‘Salzburgo, 1487’ – ( Parte I )

«Era un joven bastante adinerado, tenía mis tierras, mi negocio, mis licores y mi propio castillo.

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Como cada cierto tiempo nos juntábamos varios propietarios cercanos de la ciudad de Salzburgo a negociar y hacer los traspasos con grandes honorarios para la época.

Después como siempre celebrábamos una fiesta hasta altas horas de la madrugada, hacíamos algunas catas de licores y vinos, habían risas y jolgorio, y muchos de nosotros perdíamos la noción por culpa del alcohol. Entre tanto tumulto vi lo que me pareció una joven muchacha con el pelo negro como el azabache, de una hermosura sin igual. A partir de ese momento todo quedó en penumbra.

Aquella noche de luna llena desperté en mi alcoba muy extrañado,
tenía un dolor en mi cuello, me venía la imagen de aquella bella damisela
que me había seducido con sus encantos. Pero tan sólo quería llenar mi
estómago, no me apetecía comer, tampoco beber de mis buenos vinos de mi
tierra, quería algo más, me sentía salvaje, algo sacaba de mi un
instinto del que nunca había sentido, ¡me apetecía sangre fresca!

Por la colina de mi castillo
paseaba una linda joven con su canastillo, transportaba jazmín, un aroma
embriagador perfumaba la zona, su piel era tan blanca como la misma
luna, podía escuchar su corazón que al verme empezó a acelerarse, su
sangre era de una exquisitez que jamás uno de mis licores podía haberme
excitado tanto mi paladar».


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