Suerte la de la princesa que pudo salvar su vida gracias a la determinación y valentía del caballero. El Onteniente nos esperó muy ordenado y cerrado, tratando de sorprendernos en alguna contra, pero esta vez los apoyos en defensa fueron más afectivos y participativos. La consigna era mover mucho juego hacia las bandas, y en numerosas ocasiones se consiguió. Sufi subió el esférico con clase y buen criterio, se mostró con muchas ganas de demostrar su valía.

Pronto vino la primera ocasión de gol, Flecha se la puso a Pablo, al que se le fué alto su lanzamiento.

Pablito mostró en varias internadas su enorme clase y su importancia en el aspecto ofensivo del equipo, lástima que se le negase el gol, pero valorar que con su participación, el grupo cuenta con seguras ocasiones de gol todos los partidos.

El partido se estaba desarrollando con un juego vistoso y mucho movimiento, se estaba llegando y creando peligro, se movía bien el esférico y se buscaban con insistencia los huecos.

A nivel defensivo tanto David Navarro como David Más conseguian anticiparse a numerosas jugadas cortando e intentando avanzar a lineas superiores.
Miguel y Carlos muy seguros y concienciados como centrales, cortando y tratando de canalizar juego.

Oli se mostró con nota alta, llevandose numerosos rechaces de segundas jugadas y distribuyendo juego, al igual que Cristian. El Onteniente quiso la pelota y por momentos lo consiguió, en esos trances nos falto presión, determinación y orgullo como local.

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El santo logró quitarle la vida al dragón de un certero espadazo, a los nuestros se les resistió el acero y tuvieron que seguir batallando.

Los primeros compases del segundo periodo se echó en falta ritmo y finura, frescura para poder plasmar nuestras intenciones.

Pero el grupo estaba muy responsabilizado y mentalizado de la importancia y transcendencia de conseguir los puntos, siguió intentandolo todo con firmeza, en alguna ocasión con más corazón que cabeza pero siempre con una excelente actitud.

Se acababa el tiempo y la necesitada victoria se resistía, pero si la princesa tuvo suerte con la aparición de San Jordi, la misma tuvimos todos cuando en los minutos finales Paco logró ponerla al corazón del área pequeña para que Mozart, esta vez de guerrero, lograra un salto monumental y enganchar un soberbio cabezazo que envió el cuero al fondo de las mallas, subió el merecido gol y subió la temperatura ambiental, la explosión de jubilo y satisfacción por la recompensa fue entrañable.

La sangre derramada del dragón se convirtió en una hermosa rosa que sirvió de regalo para la princesa, el espíritu, la actitud y la insistencia sirvió al equipo para regalar a la afición su bien más esperado, una ansiada victoria.
De justicia señalar la buena actuación de Fredi, el camaleón.

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