Como cada doce de mayo, la efigie de Mahoma llegó a nuestra ciudad. En Villena se celebra una tradición que se remonta a más de cinco siglos, aunque bien es cierto, que no está documentada hasta 1838.

Una mirada hacia atrás que tiene su origen en los gigantes y cabezudos datados de la Edad Media. Desde luego que la Mahoma, aunque algunos y algunas se empeñen en destacarlo hasta la saciedad, es todo un símbolo. Desde Biar se hace la entrega según reza su ‘coplilla biarense’…

“La Mahoma de Biar,

menja rotllets i fogasses,

se’l emporten a Villena

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

i la unflen a remolatxes”

La Mahoma vuelve a nuestra ciudad, ausente de tanta polémica absurda y sin ser consciente de la utilización política que se hace de ella. Sigue como hace cinco siglos, sin querer ofender a nadie. Al contrario, desea ser nexo de unión entre culturas, religiones y dos pueblos vecinos como son Villena y Biar.

Este 12 de mayo, se produjo la entrega oficial, con la costumbre retocada por quienes nos gobiernan, con sus “chascarrillos” y polémicas. Es el precio que hay que pagar cuando se sufren ideologías impregnadas de excesivo paternalismo. Los verdes, alumnos aventajados de sus socios de Compromís y Podemos, se empeñan en generar problemas allí donde nunca los hubo. Ello les permite lanzar cortinas de humo, para ocultar los verdaderos problemas que acucian a nuestra ciudad.

Dicen que las tradiciones están para modificarlas, probablemente el paso del tiempo nos lo exija. Pero estos cambios se deben hacer desde el diálogo, con valentía y convencimiento. No aplicando el rodillo verde sin consenso, ante posturas que no se comparten. Se deben tomar siempre decisiones responsables que favorezcan el interés general y no el partidista.

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