Esta historia no está basada en hechos reales, aunque es un
pequeño homenaje a todos los que están padeciendo en sus carnes lo que a
continuación voy a relatar. Los nombres de los protagonistas han sido
escogidos al azar.
Medmed abre los ojos tras parar el despertador. A su lado,
en la cama, Isha se mueve aunque no tarda en volver a conciliar el
sueño. La noche ha sido muy larga ya que su bebé, de apenas tres meses,
había pasado una mala noche debido a una pequeña gripe. Este chico de 36
años llegó hace diez en una patera, en esa vía de escape donde siempre
sale ganando algún desalmado que por una fortuna mete en un ataúd
flotante a más tripulantes de los debidos. En ese viaje perecieron en el
camino unas diez personas, entre ellas niños y mujeres.
El marroquí se estableció en una pequeña localidad almeriense. Hasta que
tuvo en regla su documentación trabajó en el campo, de sol a sol y por
unos míseros veinte euros. Para él, que compartía piso de alquiler con
seis compatriotas suyos, esa cantidad era un lujo. No tenía vicio
alguno, por lo que la mitad del jornal iba destinado a su familia que se
quedó en su país de origen.
Poco a poco, Medmed fue avanzando laboralmente. Pasó del campo a la
construcción. Comenzó como peón de albañil, pero este trabajo no le era
desconocido ya que en Marruecos había probado esta profesión. Su buen
comportamiento, ganas de trabajar y su gran actitud hizo que en unos
meses lograra un sueldo más decente. Fue entonces cuando decidió
adquirir un piso de segunda mano, viejo, sin ascensor y en una tercera
planta. Cumplió el sueño de traer a su familia a España.
Medmed tenía dos hijos, ambos varones de 12 y 14 años. Además, Isha se
quedó embarazada a las semanas de pisar en continente europeo. La vida
les sonreía. Se habían adaptado a la perfección al barrio donde fijaron
su residencia. Eran personas generosas, amables y muy queridas por sus
vecinos. Pero llegó la crisis y Medmed se quedó sin trabajo. Luchó para
que sus hijos no abandonaran los estudios y no les faltara de comer,
aunque él y su esposa no probaran bocado ese día. Además, estaba la
pequeña, que entre pañales y demás hacía su calvario más enorme.
Los vecinos les echaban una mano dentro de sus posibilidades, pero la
fatalidad estaba por llegar. Medmed debía más de seis mil euros al banco
por la hipoteca de su casa, por lo que no tardó en recibir una orden de
desahucio. éste se vio sin trabajo y con una familia numerosa. Fue
entonces cuando la pequeña población almeriense se puso en pie de guerra
sin importarles raza, color o religión.
Recogieron firmas, se atrincheraron en la puerta del domicilio del
marroquí. Pero todo eso se quedó en aguas de borrajas. Tras presentar
más de 2.000 firmas, ese mismo día recibió la última notificación
bancaria. Tenía que dejar el piso en dos días. Entre lo recaudado por
los vecinos y algún empresario generoso, Medmed decidió mandar a su
familia a otra localidad española, pero su mujer e hijos decidieron
quedarse a su lado. Para lo bueno y lo malo.
Cuando sonó el despertador, Medmed, sin hacer ruido para no despertar a
Isha y a su pequeña, se aseó y fue a la cocina. La nevera estaba
practicamente vacía. Tomó un poco de zumo y cogió lápiz y papel para
redactar algo. A continuación, y después de dejar en la mesilla de noche
la carta, se asomó al balcón y….
Las sirenas de la policía y ambulancias despertaron de repente a Isha.
Se dio la vuelta tratando de avisar a su marido, aunque vio el hueco en
el colchón. En el bloque de viviendas reinaba el nerviosismo. La esposa
del marroquí se apresuró a abrir la puerta pero dos vecinos le
impidieron que bajara a la calle; mientras que la pequeña se inquietaba
en su cuna y los dos varones veían a su madre llorar. Había pasado. Otra
historia que, lamentablemente, quedará en el olvido.
Esto es un relato ficticio, pero sé que hay muchos Medmed
en España que están en esta situación. ¿Hasta cuándo se va a permitir
esto? Los políticos siguen llenándose los bolsillos y los banqueros
miran hacia otro lado. Son más conocidos por sus corrupciones que por
sus logros. Ojalá esta historia no se repita. ¡No a los desahucios!
Salud.
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