Villena, veintidós de junio de 2024, sábado.
Sobre las nueve de la mañana –poco antes, poco después– camino de la Guarida del Pirata, a más de uno, a más de una, les costó llegar. Una mañana agradable con ese frescor que Villena suele obsequiarnos naciendo el día en verano.
Les costó llegar porque hacia el mismo destino, al encontrase con grupos de amigos, el paso se detenía con los francos saludos, besos y abrazos formando diques de emocionados aprecios y sorpresas, avivándose los primeros recuerdos, al reconocerse, para empezar haciendo poso en el corazón.
A lo largo de la jornada el remanente emotivo irá pesando con gratitud, proporcionándonos esa sensación indecisa que provocan la ternura y la euforia al alimón.
En la cancha
Primer cuarto
Alguien dijo: —¡Venga! Vamos adentro que la fiesta ya está en marcha.
Pero no había prisas primando los protocolos improvisados, esto es sin protocolo, de los reencuentros. Y aun entrando, que si corro de gente por aquí y corro de gente por allá, más saludos, más besos y más abrazos.
Y una cola empezaba ya a formarse para el almuerzo. Necesario avituallamiento para vigorizar el partido de emociones que aventuraba la jornada de convivencia.
Almuerzo de patatas fritas al montón, tocino, longaniza, huevo frito, trozo de pan… Que siendo todo sabroso, lo más sabroso era la compañía.
Así será todo el día, charrando con unos, charrando con otros.
Al tiempo que se formaba la cola para el almuerzo, unos hinchables anclaban a la chiquillería. Que también hubo. Olvidándose algunas criaturas, porque para ellas lo primero es lo primero, hasta de almorzar.
Cincuenta años –medio siglo preferiría decir nuestro admirado paisano don José María Soler– dan, como poco, para dos generaciones. Así que ya abuelos algunos y ya padres muchos… Abuelos, abuelas, padres, madres, hijos, hijas, nietos y nietas en la fiesta.
Y medio siglo da también para muchas anécdotas e historia. Más de lo primero en estos ambientes por esquivar las exigencias rigurosas de la segunda. Porque la memoria, a falta de documentación, titubea con los nombres, con las fechas, riñendo espacios y protagonismos, pero nos enternece. Aquí lo apasionante de las conversaciones sobre lo pasado vivido; vivido y vívido esdrújulo. Conversaciones conmovedoras al recordar discutiendo cariñosamente, o también con efusión, para precisar más o menos los detalles tanto como las exactitudes.
Las anécdotas nos deleitan porque, al margen de recordar con mayor o menor fidelidad, lo que importa es la chispa, ese relámpago que prende en el corazón iluminando nostalgias, activa luces en el cerebro encadenando otros recuerdos y enciende sonrisas en los semblantes. Sonrisas y… Y también lágrimas. Porque en la evocación echamos de menos a quienes nos faltan porque… Porque si medio siglo da para mucha vida, también da para el protagonismo de la puñetera muerte.
Descansen en paz todos los nuestros que fueron V74. In memoriam, los recordamos.
Segundo cuarto
Terminado el almuerzo, alargándose las tertulias y las charraícas, camino del medio día y el sol ya generoso, hubo una exhibición de freestyle basketball. Espectacular la habilidad de los protagonistas –chico y chica– que deleitaron al personal con malabarismos y pericias baloncestísticas. Un espectáculo participativo por implicar activamente también al público.
A todo esto, fotos de grupo por aquí, fotos de grupo por allá, fotos… Amigos y amigas, nadie quería dejar de perpetuar los reencuentros. Algunos muy estimados por los años sin verse.
Fotos y… Solidaridades.
Uno se enorgullece al comprobar que en Villena en toda fiesta o celebración que se precie viene siendo una buena costumbre sumar solidaridad con algún colectivo ciudadano. Aquí fue con APAC (Asociación de Personas Afectadas por el Cáncer).
Un aplauso sea siempre y ánimos para quienes desinteresadamente se preocupan por, y ocupan de, asuntos importantes que afectan al común.
Descanso
Tras el espectáculo, más tiempo para la convivencia. De aquí para allá, saludándose unos y otros. Y gente de paso que por motivos diversos, no pudiendo participar plenamente de la jornada, no renunciaron a asomarse un rato para certificar sus querencias y su orgullo por haber sido también V74.
Algún refrigerio para combatir el calor haciendo del tiempo de espera para la comida otro grato espacio de convivencia. Contándonos y contándonos para saber de nuestras cosas de hoy, de ayer, de anteayer e incluso de antes de anteayer. Sí, también de antes de anteayer porque medio siglo…
Pero no fue todo pasado porque, asimismo de los demás y confesando los nuestros, supimos de horizontes e ilusiones. Proyectos de futuro que nunca han de faltarnos. Nunca.
Tercer cuarto
Y casi sin darnos cuenta por lo entretenidos que estábamos, llegó la comida: aperitivo, paella y postre.
El día seguía siendo estupendo dando calor al calor. Un calor, especialmente bajo los toldos que no mermó los ánimos. Algunos pudimos comer en el local interior percibiendo a esas horas los rigores de afuera cuando salíamos a la barra a por alguna bebida o para sentarnos con algún grupo donde gente a quien todavía no habíamos saludado. Entreteniéndonos con unos y con otros como pasa en las bodas u otras celebraciones colectivas. Haciendo de la comida, comida de fraternidad que decíamos antiguamente; apuntalando la convivencia.
Y con la comida, el café. Y con el café, más tertulia y charradicas tirando y estirando el anecdotario de vivencias en torno al V74. Vivencias y… ¡vidas! Porque para muchos y muchas, el V74 –al que vieron nacer como rezaba en unas camisetas confeccionadas para la ocasión– ha sido mucho de su vida.
Cuarto cuarto
Tras la comida, tardeo. Eso que, pesando a más de uno, no es ni puede ser siesta.
Tardeo con PepeDJ que estuvo –que quede claro y agradecido–, no sólo en la sobremesa sino todo el día, todo el día, todo el día, animando, animando y animando la convivencia. Concitando una y otra vez en el escenario y en la pista a los más bailones y a las más bailonas. Cumpliendo rigurosamente, como incansable DJ, un sin parar mantenedor, elevando con la música los ánimos ya animados de por sí al tiempo que nos agotaba la voz.
Porque los que no bailamos, seguíamos hablando y hablando. Y saludando a unos y a otros. Hasta que llegó el fin de fiesta donde cupieron muchos agradecimientos. Que también los hubo a lo largo del día. Agradecimientos a los patrocinadores, a jugadores, a directivos, a la concejala responsable, a… a quienes de una u otra manera han hecho y hacen posible el V74 poniendo granos de arena o bloques de granito.
Y así llegó el fin de fiesta y fin del partido.
Post partido
De nueve a nueve, de estas jornadas la peor resaca es la que nos deja el sinsabor de que alguien se nos quedó sin saludar en el tintero de la armonía; o que, por corresponder a otros en un instante, no estuvimos oportunos con los que compartíamos un momento; o a quienes no reconocimos y ni siquiera pudimos saludar.
Por desgracia uno no tiene los brazos tan grandes como quisiera para poder abrazar a todos. Aun así, en la misma resaca, nos queda la satisfacción de los afectos vividos y reeditados. Con su carga de nostalgia, con su melancolía, pero con ese regusto que certifica lo mejor del tiempo pasado en compañía de quienes fuimos lo que fuimos y de lo que de alguna otra manera, con mayor o menor influjo, pero con influjo, nos moldeó para ser lo que somos. Y aquí, ese tierno cansancio que provocan la ternura y los aprecios certificados en la convivencia.
Larga vida al V74 para que siga dándonos vida.
Larga vida la vivida y la por vivir.