Cada 24 de octubre, a instancias de la ONU se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático.
Y un año más, a pesar de algunos esfuerzos, nos pilla esta fecha con los deberes sin hacer. Como si no fuera urgente e importante frenar la mayor amenaza que tiene la humanidad. Multitud de problemas se cuelan en la agenda internacional dejando para después los cambios precisos. Pero todo, desde la guerra a las hambrunas, pasando por la inflación o el desempleo, tiene un panorama peor si no se responde a la emergencia climática.
Por muchos cambios naturales en el clima que haya habido, no hay duda de que el ser humano ha disparado la presencia de gases contaminantes en la atmósfera. Si las emisiones continuaran al mismo ritmo que hasta ahora el calentamiento medio llegaría a finales de siglo a los 4,4 grados, lo que tendría unas consecuencias mucho más desastrosas.
Por eso desde la Asamblea Verde reforzamos el trabajo que nuestros compañeros/as del Grupo Municipal Verde realizan desde el ayuntamiento en consonancia con la lucha contra el cambio climático (eficiencia energética, mejora de la movilidad, sostenibilidad en el ciclo del agua, programas de reforestación, mercado de proximidad, incremento en reciclaje y recuperación de residuos…), pero no es suficiente. Hace falta una reorientación total del desarrollo de Villena en la ciudad y en su término, protegiendo el territorio, evitando el daño medioambiental y huyendo de actuaciones e inversiones contaminantes.
Precisamos un compromiso verde que escape del cortoplacismo del dinero, y que no se retrase debido a la invasión de Ucrania. Vemos con ilusión que la gran esperanza está en quienes heredarán la Tierra: los jóvenes. El Acuerdo de París estableció que los países del mundo debían reducir sus emisiones para lograr que el incremento de la temperatura se quede a finales de siglo por debajo de los dos grados y en la medida de los posible por debajo de los 1,5.
Pero desgraciadamente se espera que este nivel se supere en los próximos 20 años. Esto se traduce ya en que las olas de calor extremas se han vuelto más frecuentes e intensas al igual que los extremos fríos y la frecuencia e intensidad de los eventos de precipitaciones intensas.
Por eso urge lograr reducciones profundas y, en la mayoría de los casos, inmediata de las emisiones en los sectores. Urge reorientar el crecimiento económico hacia los cuidados de las personas y de los ecosistemas. Urge cambiar personal, colectiva e institucionalmente hacia la reducción del consumo y el reparto de la riqueza.