El Tratado de Almizra cumple 40 años con un conflicto abierto entre el Consistorio y el Patronato, pese a que dicho acontecimiento acontecido en 1244, recrea precisamente el ejercicio de diplomacia mostrado por los antiguos monarcas de Castilla y Aragón.
El motivo de este desencuentro institucional es la deriva nacionalista adquirida por dicho evento que el municipio de Campo de Mirra celebra cada 25 de agosto, como colofón de sus fiestas patronales. Y es que los principales organizadores de este acontecimiento no disimulan, ni mucho menos, su condición de nacionalistas valencianos. Tanto es así que, durante el acto de homenaje que se realiza a la figura del Rey Jaime I en el monumento erigido en su memoria, los acordes que suenan, interpretados por una colla de dolçainers, son los de ‘muixaranga’, himno extraoficial que utiliza habitualmente el nacionalismo valenciano.
Un detalle que, al margen de resultar un tanto paradójico, no pasa desapercibido para las autoridades locales encabezadas por el alcalde popular, Juan Sempere, quien desaprueba este acto. Todo lo contrario le sucede a los actuales gestores del Gobierno valenciano, especialmente a los cargos de Compromís, que en su visita a Campo de Mirra se mostraron encantados con la forma en la que se desarrolla este homenaje al monarca aragonés.
Los vecinos de esta pequeña población de apenas 400 habitantes no ocultan su preocupación ante esta situación de conflicto institucional. Sobre todo por el hecho de que es la Diputación Provincial de Alicante y el Ayuntamiento, ambos organismos gobernados por el Partido Popular, los que se hacen cargo del grueso de la financiación económica de esta recreación histórica que distingue al municipio en toda la geografía valenciana.
Los más pesimistas auguran malos tiempos para el Tractat d’Almisrà si el conflicto continúa. Por ello, abogan por imitar las dotes diplomáticas que en este mismo lugar exhibieron hace ya ocho siglos Alfonso de Castilla y Jaime I de Aragón para repartirse sus respectivos feudos, evitando así una cruenta e inútil guerra.
En este caso los protagonistas serían por una parte el regidor mirrense, Juan Sempere, y por otra el presidente del Patronato, Romà Francés, quien, curiosamente, encarna -desde casi siempre- a la figura del monarca aragonés en la representación del Tractat.
Por el momento, las espadas siguen en alto, algo que se hizo ostensible en el día ayer, durante el transcurso del evento, pero también durante la exposición realizada con motivo del 40 aniversario del acontecimiento, cuya sede ha sido una antigua tienda de comestibles regentada por el presidente del Patronato.
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