Quizás no se atisba a entender el concepto de arte, las nuevas modalidades que intentan acaparar a un público que parece haberlo visto todo, pero es sorprendente encontrar todavía esa publicidad que te atrae por lo simbólico, por lo excepcional o por lo relativamente curioso que aparenta.
En nuestra ciudad encontramos programación cultural variopinta, con esencia, dirigida a un público nuevo quizás, pero en esta última semana hemos apreciado una programación dentro de la oferta cultural de la KaKu que roza lo vulgar y sexista.
“Círculo Rojo, una lucha entre el concepto y la estética, o la antiestética”, así el autor presenta su colección de fotografías realizadas en Japón, unidas a una programación de actividades, paralelas a la exposición, con proyecciones, microteatro, danza contemporánea e incluso una cena japonesa servida en la propia sala de exposiciones de la Casa de Cultura.
Pero lo que realmente llama la atención son esos carteles informativos de la actividad repartidos por todos los comercios de nuestra ciudad y cuya boca de una mujer japonesa es tapada con un inmenso círculo rojo unido a la frase: el final de una buena mamada. No logramos comprender como una concejala socialista como es Isabel Micó responsable en última instancia de la programación de la Casa de Cultura, ha dado su visto bueno para llevar a cabo, con fundos públicos, una programación tan minoritaria como es un microteatro en los aseos de la planta baja de la KaKu, unidos a una publicidad vejatoria para la mujer.
No logramos entender como esta concejala hace apenas unos meses comparecía públicamente para denunciar a la Peña Cultural Taurina Villenense por la expresión “bajada de faldas” y cuyos autores han sido llamados a un acto de conciliación por parte de la edil ofendida.
No logramos comprender como sus socios de gobierno aceptan este tipo de publicidad contando con una concejalía de igualdad y que en su día también comparecieron ofendidos cuando por parte del Partido Popular se trataba de llevar a cabo la fiesta “Super.Marché” en donde entonces nuestro alcalde verde aducía a que se trataba de una apología al sexo y las drogas.
Y no logramos comprender como esa publicidad es contemplada por todo tipo de público incluso infantil, pero es que esa particular visión de lo estético y lo antiestético seguramente no es comprendida por quienes al parecer no entendemos de arte.