El dueño del Bar Lancelot me contaba esta mañana una batalla de las que muchas veces hemos visto en las películas del Oeste. Todo empezó el pasado domingo de madrugada cuando el Guarda Jurado del local invitaba a una persona a que abandonara el Bar porque estaba molestando al personal. Al salir a la calle empezó a destrozar la valla de laterraza que tiene en el exterior.
«No es la primera vez que ocurre», me dijo. Entre el Guarda Jurado y el dueño del Bar intentaron que esta persona se tranquilizara y que depusiera su actitud violenta… sin conseguirlo. Llamaron a la Guardia Civil para que se lo llevaran. Este, en vez de amilanarse, por teléfono pidió ayuda a sus compañeros.
Poco después llegaban en un vehículo cinco colegas con palos con ánimo de buscar gresca y pelea. La Guardia Civil pidió refuerzos ante la que se les venía encima. Se vivieron escenas violentas de acoso y agresión a las fuerzas del orden público por parte de este grupo con palos y a puñetazos en medio de la calle Corona de Aragón.
Por llamarlos de alguna forma, el grupo de camorristas (que según el dueño del Bar, viven en el pueblo) arremetieron violentamente contra los seis Guardia Civiles y los dos Policías Locales. «Una auténtica batalla campal», a juicio del dueño del Lancelot.
La Guardia Civil tuvo que emplearse a fondo para reducirlos. Tres de ellos fueron trasladados ante el Juez de Almansa,intentando autolesionarse en el traslado. ¡Se las saben todas!. Dos quedaron detenidos.
El dueño del Lancelot me decía «no podemos vivir acojonados. Si son capaces de plantarle cara a las fuerzas del orden público ¡imagínate a nosotros!. A mí y al Guardia Jurado nos tienen amenazados. Esto tiene que tener una solución porque no podemos vivir así».
También me hacía mucho hincapié en la actuación de la Guardia Civil y de laPolicía Local: «tuvieron un excelente comportamiento profesional que si tuviera que ponerle nota sería de un diez. En todo momento intentaron traer a los violentos a camino sin llegar a causarles lesiones ni daños».
Vivimos una época donde la violencia de todo tipo (de género, en el futbol, en los colegios…) esta muy a flor de piel. Esta democracia peca de excesiva condescendencia con los violentosque se las saben todas para salir de rositas cuando son capaces de cualquier cosa. Hasta de arremeter y agredir a las fuerzas del orden público.