De pequeños todos hemos
soñado con ser superhéroes para salvar el mundo. O convertirnos en
piratas para vivir aventuras surcando los siete mares. O ser
princesas y príncipes queridos y admirados por todos.

Pero había (hay) un día
al año donde esos sueños se hacen realidad: Carnaval.

Aunque con orígenes
religiosos, ésta es una fiesta que celebran casi todas las personas,
precisamente por eso, porque es un día para la libertad, una
libertad exenta de prejuicios, pues en Carnaval puedes disfrazarte
del personaje más detestado del planeta, que aún así puedes ser el
alma de la fiesta y sentirte como en casa.

Ágora Habla con el deporte local y comarcal, siempre en movimiento

Pero, sin lugar a dudas,
Carnaval nos gusta porque nos brinda la oportunidad de cumplir
nuestros sueños, tanto de la infancia, como los actuales (en el caso
de que ya tengas unos cuantos años más).

Por ejemplo, un niño que
hace dos días tuvo un examen de matemáticas lleno de
multiplicaciones y divisiones que no le dejaban dormir porque aún no
se sabía muy bien las tablas del 7 y el 8, en Carnaval puede
olvidarse de las clases y meterse dentro de su cómic favorito y
pasearse por entre los edificios de la ciudad gracias a su tela de
araña o un adulto que lleva meses en busca de un trabajo digno sin
ningún éxito, en Carnaval puede ser ese arqueólogo que siempre
quiso ser para vivir mil aventuras por los
lugares más recónditos de la Tierra.

Pero esto solo ocurre una
vez al año. Una lástima, ¿verdad? Ojalá todos los días fueran
Carnaval y hacer nuestros sueños realidad sin tener que despertar.

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