Jornada de grandes contrastes en un terreno seco y árido. 51 socios y amigos de AVIANA nos dirigimos hacia tierras de Fortuna y Abanilla para realizar la ruta del río Chícamo. Como es conocido por todos, estas tierras se caracterizan por su extrema aridez, con pequeños puntos de palmeras y tamarindos, por ello se le llama “la Palestina murciana”.

El autobús nos dejó en la carretera A-9 cerca del nacimiento del río Chícamo, en la pedanía de Macisvenda perteneciente a Abanilla. Comenzamos tomando una pista que a veces se convertía en senda, en un paisaje de espartales con algunos pinos, encontrándonos con el cantueso (thymus morodei) en plena floración. Posteriormente ascendimos a las montañas más cercanas hasta alcanzar una cota de 530 metros. El paisaje nos sorprende, pues la erosión del agua de lluvia y el paso del tiempo, han producido cárcavas (socavones) en las rocas y suelos con pendiente que nos recuerdan las inhóspitas tierras del desierto.

Seguimos nuestra ruta cresteando por una senda que en ocasiones se pierde y nos hace caminar monte a través, para posteriormente bajar a la rambla Canelas. Se trata de una profunda cárcava formada por el agua de lluvia que en algunos sitios se estrecha sobremanera formado la garganta del Cagel (o Cager). Es un paisaje espectacular, formado por un terreno de altas paredes de arenisca fosilizada, que el tiempo y la erosión se han encargado de excavar y modelar. Llegamos a la confluencia con el río Chícamo donde la vegetación está compuesta por cañaverales, palmeras y tamarindos, convirtiendo a este paisaje en un oasis. En este paraje nos tomamos un descanso y almorzamos.

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Posteriormente, la ruta continua por el rio Chícamo, afluente del río Segura, se trata de un río de características semiáridas, que discurre mayoritariamente por una cuenca de naturaleza margosa formando un conjunto de charcas. Avisados por el guía de que teníamos que cruzar el río en numerosas ocasiones, nos preparamos cambiando las botas de montaña por las sandalias de agua o escarpines y los pantalones por los bañadores. En algunos tramos el agua nos llegaba hasta la cintura, permitiendo que los más atrevidos se pudieran dar un chapuzón, ya que el agua no estaba excesivamente fría. Siendo éste un tramo de aventura y diversión.

El recorrido del río Chícamo termina en un molino restaurado donde está la Charca del Fartet (Aphanius Iberus) especie de pez catalogada en peligro de extinción. Desde aquí seguimos hasta llegar de nuevo al punto de partida.

Un día perfecto, con buena temperatura, buena compañía y sorprendente paisaje. Recorrido de 7,5 Km. En el que todos salimos encantados y satisfechos.

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