El día 21 de septiembre, Día Internacional de la Paz y Día Contra el Cambio Climático, fue un día grande para toda la Asamblea Verde, para las Comunidades Cristianas Populares, HOAC, Amigos de la Historia y familiares y personas cercanas a ella porque tuvimos el honor de rendirle homenaje.
En la casa donde su compañero de por vida D. José Navarro, conocido por sus pinturas y profesor del IES Hnos. Amoros, estableció su estudio años atrás y junto al lugar donde se firmó el tratado de Almizra, se organizó un acto intimo y emotivo que culminó con la plantada de un árbol, en el que se buscó el trasladar a Ana María la gratitud que le debemos por habernos acompañado a lo largo de esta andadura, que ha dado con su esfuerzo y ejemplo entre otros, el resultado de la Alcaldía de nuestra ciudad.
Ana Mª fue una mujer anticipada a su tiempo. En una época en la que en nuestro país apenas se vislumbraba el partido ecologista fue la primera mujer Concejala Verde de Villena y de toda España. Luchadora del día a día, de pequeñas cosas en pequeños lugares y dando ejemplo desde su propio hogar, ha sabido trasladarnos el compromiso con el ecologismo político, «la Solidaridad, la responsabilidad, participación y sostenibilidad, llevando estos principios hasta la política local, buscando siempre la justicia social», como explicó quien fuera coordinador de la Asamblea Verde, Francisco Hernández Marín.
Cuando iniciamos en Villena, alrededor de la mitad de los años 80 la Asamblea Verde, confluencia de tres grupos alternativos, las personas que la componíamos, la mayoría, éramos todo prisa, idealismo, entusiasmo y mucho debate, discutíamos casi de todo. Ella aportó en toda aquella maraña una idea fundamental: tener los pies en el suelo. No discutía mucho, aportaba sentido común.
Tenemos mucho que agradecerle porque siempre nos ha enseñado con el ejemplo, única manera de saber si las convicciones están arraigadas de verdad en una persona y, por lo tanto, si se puede creer en ella, en su honestidad. ”Recicla, recicla, recicla, no os perdáis en ideologías, ir a lo cotidiano, a lo que le interesa a las personas diariamente, llevar la ecología a la vida personal, atender a las pequeñas cosas, a las concretas, así se hace política”. Ella lo hizo. Se comprometió en hacer de Villena un hogar habitable, partiendo de la experiencia en su hogar y luchando porque se asumiera en la vida pública, esa es su semilla.
Una mujer también comprometida fuertemente, desde su convicción religiosa, con otros compañeros y compañeras de las comunidades cristianas populares y la HOAC, con la necesidad de construir una sociedad más justa y solidaria, que participó en numerosos trabajos de voluntariado social y ha dejado también su impronta en este colectivo.
En estos últimos años Ana María también demostró su amor por la ciudad que la acogió participando en el estudio de su historia junto a otras personas, en la asociación Amigos de la Historia. Todavía hoy, con las fuerzas físicas mermadas por la edad, conserva el espíritu joven con ganas de participar y está presente entre nosotros y nosotras apoyándonos sin desfallecer.
Su sencillez, su delicadeza, su amor por lo bello, y su profundo sentido de la amistad, la cercanía y la entrega a los y las demás han hecho de su vida un referente para las personas que hemos tenido la suerte de compartir con ella parte de la nuestra. Cuando las políticas de movilidad, de reciclaje, de ahorro energético, de optimización de residuos van colocándose en la agenda de los partidos políticos, vivimos con orgullo y satisfacción que Ana María haya llevado esas banderas hace más de 25 años al escenario político local.
Con agradecimiento y profunda admiración recogemos la antorcha que ella nos ayudó a encender.