La historia de Talleres Parodi, siendo sinceros, no es muy diferente en sus inicios de cualquier otro negocio nacido en su época: dos amigos deciden un día que, como son hábiles y tienen ganas de trabajar, van a montar un taller juntos. Más o menos esa sería la premisa que José Parodi (“el Parodi”) y Trinidad Pliego (“el Trini”) seguirían en 1977 para crear la primera iteración de la empresa que hoy conocemos. El lugar en sus inicios comenzó llamándose “Talleres Patri”, tomando la primera sílaba de cada uno de los motes de sus dueños. Como muy acertadamente decía José, “menos mal que no los pusimos del revés o esto sería Talleres Tripa”.
Trabajar en chapa y pintura por aquel entonces era muy distinto: conformar el metal directamente era un trabajo largo y complejo, pero que los dos socios hacían con esa saña tan característica que les ganó el afecto de tantos clientes. Conforme pasaron los años, “el Trini” decidió dejar con las riendas del negocio a su socio “el Parodi”, cuyos hijos habían heredado la pasión por el trabajo manual de su padre, permitiendo que el taller continuase con su historia.
Aquí es cuando entran Vicente y Francisco Parodi al ruedo, ambos ayudando a su padre y aprendiendo de sus muchos años de experiencia y de su forma afable pero directa de tratar a los clientes. Vicente se decantaría más por la pintura, mientras que Francisco encontraría mayor satisfacción en la chapa, pero ambos lograrían trabajar codo con codo de la misma forma que lo hicieron sus predecesores.
La retirada de José como dueño del negocio no vendría hasta su cincuentena cuando, parcialmente por motivos de salud y mayormente gracias a la dedicación de sus hijos, decidió relegar en ellos la labor de continuar con el legado de Talleres Parodi. A partir de este momento, los dos hermanos decidieron convertir el negocio en una sociedad y contratar a su hermana Victoria para que manejase la administración de la empresa.
Hoy en día, habiendo implementado los últimos avances en trabajo de carrocería y pintura, tras varios locales abiertos en varios sitios de Villena e incluso Biar, con una plantilla renovada y un sinfín de proyectos a sus espaldas, Vicente y Francisco continúan al frente de la empresa, cada uno
desempeñando sus respectivas labores de pintura y chapa con el afán resolutivo de siempre. Pero por supuesto, como ya es de conocer por muchos, la cosa no podía quedarse ahí. Los hermanos han decidido emprender de nuevo, ¡cómo no! Recién renovada la imagen de la empresa y habiendo ampliado sus instalaciones hace apenas cuatro años, una nueva oportunidad atrajo su atención (mayoritariamente de Francisco, como muchos sabemos ya).
Y después de tantas idas y venidas, de tantas nuevas instalaciones y técnicas, de tantos, tantísimos vehículos reparados y de incontables martillazos, aquí nos encontramos: nuestro local más grande hasta la fecha, con la plantilla mejor preparada que jamás hemos tenido y un lavado de cara recién hecho para seguir dando caña. Mientras se aproxima la cincuentena del negocio, siempre conviene recordar la historia de un lugar que no sólo ha dado servicio a tantos clientes, sino que también ha sido el responsable de darle a la familia Parodi y a las de todos sus empleados la oportunidad de mantenerse y crecer.
José Parodi Chust falleció el 25 de mayo de 2018, dejando tras de sí no sólo un negocio, sino además una historia. Concretamente, una historia de trabajo duro, de crecimiento, de lucha, de dedicación. Pero por encima de todo, fue el responsable de cultivar toda una familia que comparte esos valores. Ya en la tercera generación con Abel (el único hijo de Francisco) Talleres Parodi continúa siendo un reducto de cercanía y buen trato, donde nos planteamos solucionar los problemas de nuestros clientes de la mejor forma posible. Y todo esto se lo debemos a la obra de todos los aquí mencionados, catapultados por dos amigos que un día, como eran hábiles y tenían ganas de trabajar, decidieron montar un taller juntos.