En el siglo XXI podemos afirmar que los hombres no solo producen miedo a las mujeres cuando van de noche por la calle, los hombres también dan miedo a miles y miles de mujeres en España en sus hogares y cuando intentan acabar las relaciones afectivas que mantienen con ellos.

Tras un diciembre cruel e inhumano, la matanza de mujeres prosigue en este año 2023.

¿Qué hacer frente a esta masacre semanal cotidiana? ¿Cómo librarse de esta impotencia que nos hace sentir que todas las medidas tomadas institucionalmente no son suficientes? ¿Cómo garantizar el derecho a la vida que tienen las mujeres y que deje de ser palabra mojada en nuestra Constitución?

Hemos comprobado que no solo sirve que los mensajes se dirijan a las mujeres maltratadas para que denuncien, hoy hay que dirigirlos directamente a los hombres en general, sin que se molesten. Es hora de pedir a los varones su implicación.

Son ellos quienes tienen que aprender a mirar la realidad que les rodea de otra manera, intentando detectar las violencias machistas que se producen a su alrededor e ir descubriéndolas en sí mismos para limar comportamientos y actitudes, igual que lo llevamos haciendo las mujeres desde hace siglos. Toca ahora que sean ellos también quienes afeen, señalen y den el toque de atención ante los comportamientos machistas y homófobos que se producen en sus centros de trabajo, en las reuniones familiares, en los bares y whatsapp. Todos y todas hemos sido educados y educadas bajo el paraguas de un sistema patriarcal y dentro de una sociedad no igualitaria, donde las mujeres se llevan la peor parte pero en la que los hombres también pierden mucho. No hay ganadores con el machismo, debemos ser conscientes de ello para poder transformarnos y contribuir a mejorar nuestra sociedad y convivencia.

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Toca ahora pedirles que se planteen qué tipo de hombre quieren ser, que cuestionen la masculinidad hegemónica que les enseña a no hablar de sentimientos, a tener comportamientos más arriesgados en la juventud para situarse ante los demás, a cuidar menos de su salud, a aceptar los juegos y comportamientos violentos como normales, a implicarse tibiamente en la crianza de su prole y en el cuidado de su hogar…

Aportaría luz que fueran hombres quienes se organizaran y salieran a la calle con las pancartas denunciando el maltrato y la sinrazón de los feminicidios y exigiendo nuevos recursos y acciones para combatir esta lacra. Algo sentiríamos que empieza a cambiar.

¡Ya está bien de pedirles solo a las mujeres que denuncien a su maltratador cuando están en una situación que las hace débiles! Nos toca a hombres y mujeres de alrededor denunciarlo, aunque parece que nos cuesta tanto como a ellas.

Nos jugamos mucho. Cuando una sociedad no garantiza el derecho a la integridad y a la vida de las mujeres, tampoco está protegiendo la de sus hijos e hijas.

No queremos subsidios para huérfan@s, queremos la vida de sus madres intacta. Unamos nuestras fuerzas.

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