Un año más el Día del Trabajo nos invita a la reflexión y a la reivindicación. En esta ocasión la reivindicación viene marcada por una crisis económica que, agudizada por la guerra de Ucrania  y por la emergencia climática, pone en peligro derechos de la clase trabajadora.

Son muchas las familias que tienen dificultades para llegar a fin de mes. Más de un millón y medio de personas se encuentran en pobreza absoluta y más de tres millones en pobreza relativa, según el informe FOESSA para Càritas. Algunos grupos de población como juventud, mujeres, migrantes o personas refugiadas sufren doblemente discriminación o violación de sus derechos.

Hace más de un año que se inició la guerra y vemos con profunda preocupación que apenas se hacen esfuerzos a nivel internacional para detener un conflicto que está costando miles de vidas y pone en entredicho los pequeños  avances contra el cambio climático y la prosperidad de los pueblos. Mientras la clase trabajadora pone los muertos, las empresas de armas incrementan los beneficios en sus bolsillos. 

Las  mejoras que el gobierno de coalición en España ha logrado, (incremento del salario mínimo, reforma laboral, reforma de las pensiones, ley de vivienda…) siendo importantes para la calidad de vida de la clase trabajadora, son insuficientes. La brecha provocada por la carestía de la energía y la cesta de la compra sigue aumentando y el daño que provoca la crisis climática continúa agravando la situación.

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Las leyes ambientales no logran controlar la especulación ni el daño al territorio. La actividad productiva no puede poner en juego la vida de las personas ni del planeta. El pasado año se produjeron más de 1 millón de accidentes laborales, 856 personas murieron en ellos. Las condiciones ambientales, que se verán dañadas por el cambio climático, empeorarán estas cifras si no se toman medidas tanto de condiciones de trabajo como de mitigación de la crisis climática.

Proponemos desde la ecología política un modelo socioeconómico y de empleo verde, digno y saludable, coherente con la sostenibilidad del planeta. Con un enfoque de respeto medioambiental y una transición ecológica de la economía que favorezca salir de las todavía elevadas cifras  de desempleo del 13,8 %, del 30 % en jóvenes y 16,6 % en mujeres. Si queremos romper desigualdades de género y techos de cristal hace falta un esfuerzo en este sentido apostando por el empleo verde y al reparto del trabajo.

En la búsqueda de un mundo más justo y humano, sin diferencias de género, ni destrucción  del planeta, toca unir fuerzas para lograr un cambio de sentido en nuestra manera de producir y consumir. Nos va la vida en ello.

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