A menudo nos encontramos
propuestas de eventos que prometen darnos las claves para vender más,
superar a la competencia, ser mejores líderes, más influyentes,
convertirnos en paradigmas del éxito, …
Desde la comodidad de una butaca, sentados en nuestra “zona” de confort, disfrutamos del espectáculo, a modo del club de la comedia,
el monólogista de turno se atreve a tocarnos partes sensibles, a
hacernos pensar, incluso a reírnos de nosotros mismos, pero sin
inquietarnos, sin poner en evidencia nuestra gestión como directivos o
empresarios, sin molestar a nuestro ego, lo suficiente para salir
ligeramente motivados, implicados en un cambio que percibimos que es
necesario y razonable.
Entonces nos quedan dos opciones, o
mantener la rutina y repetirnos en anclajes emocionales y discursos
internos, plagados de razones, justificando que aquello eran solo buenas
palabras, sanas intenciones, pero solamente “humo”. O podemos contratar
los servicios del coach motivador para que se encargue de provocarnos
ese cambio positivo que promete.
Cuento esto porque percibo un exceso de
eventos, palabras, intenciones, que se quedan en eso, y que difícilmente
impactan en la persona, su organización, su equipo, sus clientes, sus
ventas,… ¿no es eso lo que queremos, lo que necesitamos, ya no
individualmente, sino como territorio, como país, de manera urgente?.
Todas estos encuentros son necesarios,
su tono distendido, su buen humor, el ánimo que se respira. Sin embargo,
percibo que faltan programas y herramientas eficaces, útiles para
acompañar un cambio que impacte de verdad, a veces incluso, faltan las
competencias profesionales y la experiencia para aflorar esa
posibilidad.
Poco escucho sobre la necesidad de
desarrollar planes estratégicos que lleve a nuestra empresa y a nuestro
municipio hacia una visión ambiciosa de crecimiento económico,
sostenible, integrador e inteligente, en este escenario en el que
vivimos, que no es provisional, sino definitivo, que exige que nos
adaptemos para ser competitivos, o al menos de momento, sobrevivir de manera digna.
Desde esta reflexión voy a proponeros a través de
publicaciones una ruta, con sus etapas, que nos ayude a realizar nuestra
genuina Planificación Estratégica para decidir ese destino que soñamos cada
vez que el ánimo y la ambición nos hacen vibrar.