Año y medio antes de morir, el poeta y médico rural Juan Bautista Pastor Aicart ganó su último certamen literario. Era el mes de mayo de 1916 y el Ateneo Alcoyano premió un poema suyo titulado “En llahor de la llengua valenciana”.
El poeta Pastor –conocido así en Beneixama, su pueblo natal– volvía a escribir en valenciano a los sesenta y siete años, como había hecho en su juventud y después de suscribir una amplia producción en castellano. Con una ortografía que hoy puede resultarnos rara, declaraba en una de las estrofas un sentimiento: “Jo te vullc, llengua d’els avis / perqu’ens fas recort d’els vells / –siguen sants, soldats o savis– / i ens posses ta mel als llavis / qu’n jorn tastaren totos ells”.
Pastor murió el 12 de diciembre de 1917 y en su centenario un grafiti del artista dianense Ondewoll ha resumido sobre una veintena de metros de pared de Beneixama su mundo literario y profesional. La pintura ha sido promovida por el IAC Juan Gil-Albert como uno de los actos de clausura de la efeméride el pasado 16 de diciembre, donde se estrenó también el documental Joan Baptista Pastor Aicart, poeta i metge producido por la Diputación de Alicante.
El autor es un gran desconocido fuera de su población natal, y es imprescindible para conocer su biografía la lectura del estudio Joan B. Pastor Aicart. Més enllà de la poesia de Josep Martínez Sanchos, editado por la Universidad de Valencia (2010.) El hecho de que el escritor residiera en Beneixama, a excepción de los años de estudios en Valencia, redujo sin duda su proyección, pero no parecía preocuparle.
En unos versos en castellano aludía a la satisfacción con la vida rural: “Mi alma aquí goza en la aldea / sin envidias, discordias ni odios malignos, / libre y sonora como las aves / que anidan en sus riscos, / pura como las fuentes / que alegres sus aguas llevan a los ríos”.
Pero esta vida reducida al medio no impedía su contacto con momentos literarios y ciertos protagonistas: se presentaba a premios poéticos de Valencia y Cataluña, enviaba crónicas a la prensa en que colaboraba y se carteaba primero con conocidos personajes de la renaixença (Jacinto Verdaguer, Ángel Guimerá, Teodoro Llorente) y después con otros corresponsales como el gallego Juan Barcia Caballero, escritor y médico como él, distinguiéndose como uno de los polemistas que se opusieron, desde sus convicciones conservadoras, morales y católicas, a la entrada del naturalismo en España. De aquella polémica es testimonio su libro La novela moderna. Cartas críticas (1886), la obra suya que más trascendió.
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